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domingo, 2 de noviembre de 2008

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Al lado de la a veces borrosa línea que separa la opinión de la difamación, están las otras líneas más borrosas aún que separan el humor de buen gusto y el humor de pésimo gusto, el humor "inteligente" -palabra que no me gusta para este caso- y el humor ramplón. ¿Quién decide dónde están los límites de las cosquillas? ¿Quién pone a raya la ofensa? Al ser el humor generalmente un rollo que exagera y distorsiona el mundo -y que se presenta a sí mismo como una distorsión-, ¿no entra el humor acaso en el terreno de la ficción? ¿Será el debate sobre el humor entonces un debate sobre ficciones aceptables versus ficciones inaceptables? ¿De quién sí nos podemos burlar? ¿De quién no? ¿Es un asunto generacional?

Es una discusión de nunca acabar. Mis rabietas contra "Los Chistosos" muy probablemente sean solo mías y se estrellan contra decenas de miles de felicidades personales que se ríen muy sueltas de huesos con cada burla racial y homofóbica que realizan. ¿Tendrá RPP unos principios rectores sobre el humor difundido en sus ondas? No lo sé. De existir imagino que serían algo así como: "Está permitido burlarse de los demás en relación a su raza y sus conductas sexuales. Nos ampara la libertad de expresión". También los ampara la democracia numérica: mucha gente se identifica con Los Chistosos; conmigo quizás solo yo.

Pero, como es obvio, el rollo no es contra el humor. Yo mismo no escapo a la gran tentación de la broma y el sarcasmo. Al contrario: mi personalidad es básicamente sarcástica y es un síntoma de mi intolerancia frente a ciertas cosas. No es un mal ejercicio preguntarse, entonces, por los movedizos márgenes de lo que a través del tiempo hemos considerado gracioso. Un ejemplo muy simple: he sido uno de los muchos que se ha reído de niño con los coscorrones de Don Ramón al Chavo en la serie mexicana. Hoy ya no me dan tan risa. Es más, hoy los eliminaría casi convencido de que son de mal gusto. No es conservadurismo ni falsa corrección política. Es solo que mis ideas han cambiado. De niño podía aceptar los golpes como una forma de comunicación y convencimiento. De grande me es imposible.

Igual me ha pasado con la tan cacareada genialidad de Pataclaún años más tarde. Pero en este caso mis reflejos éticos -el humor es esencialmente un debate ético- estuvieron algo más afilados. ¿Cómo podía un hombre pegarle a una mujer y ser eso motivo de risa? ¿Cómo era posible que el abuso doméstico fuese vuelto comedia no para denunciarla, sino para celebrarla? Recuerdo que trabajando de periodista se lo pregunté a un humorista profesional en estos términos: ¿no es Pataclaún un refinamiento del humor de la patada, de la lisura, del golpe, de la criollada y de la chapa? En ese entonces mis preguntas estaban en minoría: el humorista profesional no pensaba como yo. Pero si consideramos el racismo verbal de hoy de Johanna San Miguel, ex Pataclaún, como una señal, quizás no estaba tan desubicado.

Las ideas y el humor están asociados (aunque otros consideren que el humor es básicamente anarquía). Cuando vi Tropic Thunder en el cine no percibí que mucha gente se riera. Yo no pude parar durante hora y media. Imagino que el metahumor no es tan popular: en Tropic Thunder la parodia sobre una comedia cuyo humor se basó en los pedos -humor al cuadrado- era graciosísima por una buena razón: llevaba al límite la estúpida idea del pedo como único material de risa (pasará algún tiempo, creo, hasta que Eddie Murphy vuelva a hacerlo). El blackface de Robert Downey Jr. no era ofensivo porque la misma película problematizaba su uso. La burla era contra la práctica -ya no hecha con maquillaje, sino mediante un procedimiento clínico-, pero sobre todo, y esto fue creo lo genial, contra un actor australiano que no tenía idea de que estaba siendo racista. El racismo involuntario -o el paternalista- fue sometido a una batería de burlas durante toda la película. Moraleja: es necesario mirar más allá de las narices. El personaje de Downey Jr. llega a decir como justificación: "estoy realmente confundido".

Pero claro, estas son ideas de distinto calibre al de la simple burla porque alguien es gay o negro. Tropic Thunder es metahumor: se pregunta a sí misma hasta dónde puede llegar y qué estupideces se han normalizado en Hollywood. Mi risa y mi justificación van por ese lado: no puedo evitar reírme si alguien se burla de las ideas estúpidas. También considero importante burlarse de uno mismo. Quizás otros consideren necesario burlarse solo de los diferentes.

Este rollo viene por una noticia. Hubo un gran lío por una broma de mal gusto emitida en un programa de la BBC:

LONDON (Reuters) – The BBC apologized on Monday to "Fawlty Towers" actor Andrew Sachs after well-known personalities Russell Brand and Jonathan Ross left a series of crude messages on his answerphone during a radio show.

The Radio 2 presenters joked on-air that Brand had slept with Sachs' grand-daughter and that he may kill himself after hearing their message earlier this month.

¿Hay chistes que cruzan la línea o un chiste debe siempre cruzar la línea?

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