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jueves, 5 de febrero de 2009

Agarra el rebote

Para los que juegan o ven básquet reconocerán que el rebote es muy importante: el destino del juego depende mucho de qué tan bueno sea el equipo cogiéndolo. Del rebote nacerá o un rápido contraataque o la opción de intentar otra vez la canasta recientemente frustrada. No hay mayores secretos: o se coge el rebote o no. O ganas o pierdes.

Pero en periodismo "tradicional", de redacción, la dinámica del rebote no es tan denotativa ni abierta. Está llena de connotaciones, a veces contradictorias. Por un lado, ser rebotado es una especie de honor sin diplomas: haber sido capaz de producir una nota cuyo contenido fue tan ineludible que otros medios tuvieron que hablar de él. El rebote de algo grande siempre es lo esperable, una estrellita dorada en tu frente porque, sin duda, los demás citarán tu trabajo.

Pero por otro lado, la cara fea y odiosa son los rebotes fantasmales: esos trabajos que no pudieron hacerse si antes no estuvo el tuyo, pero en los que jamás se dejará constancia de la inspiración. No es precisamente plagiar ni voltear (que, en definitiva, es un eufemismo para plagiar): es tomar el tema, el ángulo o la idea; decolorizar la fuente original y otorgarle un barniz propio, un color inédito. Como no todos los medios tienen el mismo público, ciertas notas pueden tener muchas vidas sucesivas, resurrecciones inesperadas, aunque siempre dando la impresión de frescura y originalidad. El rebote, en este sentido, es una especie de traducción entre dos culturas distintas.

(Una última frontera, una que no se debe cruzar, es rebotar a cada rato: un rebotador serial es lo opuesto a un buen periodista, porque eso indica que mucha creatividad para generar material propio no hay). *

En la blogósfera el trastoque es total: rebotar es la norma, por todos aceptada pues linkear es existir. El rebote es un acto creativo en sí mismo, exactamente igual a la de un DJ convencional en una fiesta cualquiera. El DJ que sabe cuál música poner y cuál no es similar al blogger que escoge una información en desprecio de otra. Es un mezclador con un orden, un ánimo, un punto de vista: el orden y el timing construyen su personalidad bloggera, su individualidad intransferible. ¿Por qué fido1987 rebotó esto y no otra cosa? ¿Por qué después de una nota política decidió rebotar sobre la subasta del zapatófono de Smart? Ah, así es él, impredecible, cool, chévere. Yo bailo a su ritmo y lo comento igual: "cómo te admiro, fido".

Lo anterior bien puede ser un elogio a la más profunda pereza mental y no un discurso de mesa redonda. Valga y pase cuando todos los bloggers son igualitos frente al dios Google: corriendo calatos por el paraíso virtual sin que uno sea distinto que el otro, es decir, todos trabajando con igual inocencia por amor al rebote.

Pero, ¿qué pasa cuando alguien empieza a trabajar de blogger? ¿Qué pasa cuando el que gana dinero trabaja rebotando?

No tengo idea qué pasa, pero cuando lo veo me dan ganas de decir, como diría cualquiera: "oe, cuñao, pásate un sencillo, no seas fresco".

ACTUALIZACIÓN: Rebotadores profesionales en acción. Se pasan el balón, se lo devuelven, fintean, pasean, hacen giros, vueltitas, adelante, atrás, de diez metros, de veinte... uff, son los Blog Trotters, todos de un mismo equipo en partidos de exhibición:




* Alguien que se dedique solo a rebotar en prensa terminaría haciendo "Selecciones".

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