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miércoles, 11 de febrero de 2009

¡Por Dios! ¿Es esto real?

 Como diría un novelista, mis ojos se abren como platos e inician la lectura de esta nota de portada en la sección "Buenos Días" de El Comercio de hoy. Es chiquita como un versículo del Génesis:

PALABRA DEL LECTOR
Darwin no fue el primero

Por los 200 años del natalicio de Darwin, mañana 12 de febrero, vale la pena recordar que 14 siglos antes San Agustín ya hablaba de la evolución del mundo. Pensaba que Dios no había creado la totalidad de las cosas posibles de una manera actualizada, sino que en un primer momento creó la materia informe y caótica, y depositó en ella unas razones seminales de donde irían saliendo gradualmente todos los seres, de acuerdo con un despliegue temporal previsto por el creador. Para San Agustín, la creación propiamente dicha se cumplió en un solo instante, y la obra de los seis días de la creación es la descripción del desarrollo de las riquezas del universo, en una “evolución” que aún prosigue ante nuestra vista.
EDGARD MUNIVE HERNÁNDEZ
DNI 09734513

Sospecho que los editores consideraron interesante, didáctico y hasta enciclopédico que el señor Munive, un lector, mezclara las papas científicas con los camotes teológicos, en algo que se parece inquietantemente a ese creacionismo que pelea por un lugar en los programas escolares de Estados Unidos, asunto que el Vaticano no considera del todo seriamente. Estoy empezando a creerlo: hay algo que anda mal con los medios tradicionales. Viva la blogósfera.

(Por cierto, yo no veo mayor diferencia entre las inconsistencias del creacionismo y las más largas y persistentes inconsistencias de la Iglesia Católica. Es más, pienso que los creacionistas son más consecuentes con su sopita ramen de pseudociencia. Por ejemplo, lean esta nota del Telepragh donde se dice que una visión religiosa -católica- del mundo no es incompatible con la evolución. Y luego esta otra sobre el retorno de las indulgencias en el NYT. Muy razonables.)

En todo caso, convendría recordar que San Agustín no fue el primero con aquello que el amable lector considera "evolución". Desempolvo al venerable padre jesuita Copleston -que por supuesto sabía muy bien quién era el santo- y releo la sección dedicada a los presocráticos en su historia de la filosofía. Si de "evoluciones" se trata, el primero fue Anaximandro (siglo quinto a.C.). Pensaba el filósofo de Mileto, cuenta Copleston, que la vida venía del mar y que, por medio de la adaptación al entorno, las formas animales presentes evolucionaron. Para él, el hombre nació de animales y de otras especies. Copleston comenta que Anaximandro hizo una muy inteligente especulación sobre el origen del hombre. Pero hace la salvedad, como cristiano que es, que el filósofo no explica cómo el hombre sobrevivió las etapas transicionales, "una eterna dificultad para los evolucionistas". (*)

Con todo, una cosa es hacer una suposición y otra muy distinta probarla. En efecto, se cumplen 200 años del nacimiento de Darwin este 2009. A ver si para diciembre a más gente le queda claro que la evolución -como idea, como explicación, como certeza- es quizás lo más importante que le sucedió a la humanidad en toda su historia.

(*) Traducción mía. El original en inglés: "He [Anaximander] does not explain -a perennial difficulty for evolutionists- how man survived in the transition stage". El clásico A History of Philosophy se publicó entre 1946 y 1974.


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