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jueves, 9 de abril de 2009

9 de abril de 2009

Actividad posible de hoy: ir a T-Copia y hacerme de un anillado con las setecientas páginas de la sentencia a Fujimori. No es por dudar de la calidad de los jueces, pero si voy a unirme a ese unísono de varios que resaltan la "impecabilidad" del fallo me gustaría saber dónde está. No creo que sea algo que se circunscriba al melodioso acto de agitar una campanilla.

Dicho lo anterior, me preocupa que varios analistas opinen solo desde la lectura de las conclusiones. Creo que para admirar una argumentación habría que conocer también las premisas. De ahí la necesidad de leerlo todo. Me recuerda la discusión sobre el informe de la CVR, que se basó casi exclusivamente en la lectura de las conclusiones. 

¿Estoy feliz y regocijado? Mi incapacidad para escribir al menos un par de líneas los últimos dos días ha sido resultado de una excesiva ingesta de comentarios, análisis, discusiones y debates post-lectura de sentencia. Antes que amasar un sentimiento -que quizás le corresponda mucho más a los deudos de las víctimas y su larga pelea- he estado más atento a las lecciones que deja una condena de esta naturaleza. Nuevamente ingresamos a esa zona nebulosa del pasado donde la reconstrucción de un país se hizo derramando sangre inocente y rompiendo las reglas. Pero dicho así suena demasiado fácil. 

Cuando el golpe del 5 de abril yo llevaba recién un año en la universidad. No recuerdo cuáles fueron mis sentimientos en ese entonces. Es probable que, como jovenzuelo con ínfulas de justiciero de serie de TV -más o menos como es el blogger veinteañero de corte político actual-hubiese mostrado mi indignación de alguna manera. Pero también comprendía que con un Congreso en contra las cosas eran casi imposibles de gobernar. La verdad, no recuerdo mis reacciones. Las clases en la universidad continuaban normalmente. En el 95 voté por Pérez de Cuéllar, pero perdió contundentemente. Apenas días antes de intentar ingresar a Caretas recuerdo haber estado en la marcha de los estudiantes en junio de 1997, que para mí fue particularmente emocionante. El 2000 voté por Toledo. Hago este recuento solo para dejar constancia de que el recuerdo de los veintitantos en relación al acontecer político puede ser muy distinto al análisis de ese mismo período con la perspectiva de la distancia. 

¿Qué cosa es el fujimorismo? No creo que ni siquiera los fujimoristas puedan definirlo bien. Es, en su forma más simple y quizás más poderosa, la adoración a Fujimori. Y ahí acaba. Lo que no quiere decir que no sea aquella idea legítima en sí misma. Sin duda, hay elementos religiosos de por medio, fanatismos irreflexivos. Es la única manera en que se puede hacer política popular aquí, frente al fracaso del sistema de partidos.

Conozco fujimoristas que no confían en Keiko. Pero no confían por las mismas razones que no confían en Lourdes Flores, es decir, por un machismo implícito. Pero creo que Keiko será una magnífica candidata. Ojo: no digo magnífica política, pensadora, demócrata, etc. sino candidata, es decir, alguien que puede pelear una elección. Se ha vuelto muy astuta, ha aprendido muchísimo y, con el micro, es mucho más elocuente que Humala o su padre (¿tiene que ver en algo la maternidad?, posiblemente). La sentencia sin duda ha sido una catapulta espectacular. Al igual que con la noticia de la condena, su candidatura ya tiene algunas resonancias mundiales. ¿Eso me gusta? Por supuesto que no, pero es lo que es.

Por eso no comprendo las risas de Javier Diez Canseco ayer en el programa de Beto Ortiz en el debate con la congresista Martha Moyano. Se reía de que la única idea de la futura campaña naranja fuese "amnistía para el papito" o de que liderase las encuestas, somo si no fuesen elementos más bien completamente favorables. Casi sin esfuerzo ya los fujimoristas tienen un eslógan, una idea aglutinadora que exprimirán hasta el absurdo (y hasta que Fujimori esté preso, o sea, hasta dentro de 18 años). En el mundo del Twitter -que, bien pensado, es más o menos cómo Fujimori ganó en 1990, es decir, montado sobre la viralidad de la imagen de un "chinito" con su tractor sin ningún programa de gobierno y sin ninguna idea rescatable- es más que probable que los números de Keiko seguirán subiendo. ¿Está el Perú más razonable que hace 17 años? Sin educación, difícil. 

También se pasó ayer un informe donde Patricia del Río criticaba las ínfulas dinásticas del fujimorismo. Pero le faltó tomar en cuenta que Keiko Fujimori tuvo una altísima votación para el Congreso (creo que la más alta). ¿Por qué un partido político debería desestimar su mejor carta, democráticamente demostrada? La verdad, no entiendo a veces ciertos análisis. Las familias relacionadas a la política dentro de sistemas democráticos no son anomalías. 

La agenda estos días está completamente fujimorizada. Y después de los seis meses de la siguiente parte del juicio lo estará más aún. ¿Cuál es el antídoto?

Es un error ser antifujimorista y, desde ahí, reclamar una identidad propia. Porque no hay necesidad de una vacuna contra el movimiento. ¿Qué hiciste para remozar tu partido, organizarlo, armarlo, prepararlo para el 2011 y evitar un ya latente nuevo error?

Ahí está pues.

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