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viernes, 3 de julio de 2009

Sobreinformados

Teoría y praxis del psicosocial

La paradoja del psicosocial del s.XXI es que toda una nación puede estar enterado de él. Tal extraño fenómeno de la comunicación de masas pudo confirmarse en el programa Prensa Libre de hace unos días. Una maliciosa Rosa María Palacios advertía que el caso del asesinato de Alicia Delgado estaba teniendo una cobertura apabullante, al punto que tapaba otros temas importantes -Gabinete Simon, Rómulo León-, para acto seguido dedicarle toda la hora de su programa al caso del asesinato de Alicia Delgado. Pero dejó muy en claro que todo podía ser un psicosocial. Abrumada, como abogada, de los hipos procesales del caso -¿cómo interrogan sin fiscal?- dibujó algunas sonrisas de sospecha frente a estos descuidos. Al parecer, hay "alguien" a quien le gustaría que este futuro juicio se alargue muchísimo. Quizás hasta el 2011. El inteligente abogado de la cantante Abencia Meza dice lo mismo: "hay otros temas mucho más importantes". Encomiable honestidad de la defensa en el juicio mediático.

Pero no hay que olvidar que cada aparente psicosocial viene con una cola: la cola de todos esos "casos importantes" que supuestamente anda tapando, camuflando, suavizando. Sucedió con Magaly Medina hace muy poco. Parte de su estrategia de defensa en el juicio mediático fue gritar a los cuatro vientos que su prisión fue una "cortina de humo" que iría a llenar de bruma amnésica el escándalo de los petroaudios. Decir algo así frente a cámaras tiene el efecto milagroso de la multiplicación de los panes: de sur a norte, de este a oeste, costa, sierra y selva, todo peruano -vía incontables rebotes informativos- empezó a interesarse por ella y, además, por los petroaudios. Hoy, no hay nadie que no sepa que el Poder Judicial ha trabajado con sospechoso paso de tortuga este caso. El propio presidente del Poder Judicial lo dice y también el Primer Ministro. Lección aprendida: todo psicosocial lleva al titular los casos que anda tapando. Es ya de un deporte nacional, un reflejo natural de los periodistas de Twitter.

Sin embargo, cabe preguntarse a quién exactamente van dirigidos los psicosociales. Definitivamente no a quienes lo denuncian, léase columnistas, intelectuales, conductores de TV con inteligencia superior al promedio o bloggers de sonrisa cachosa y pinta disforzada de "yo tengo calle; tú no". El profesional avispado de la información, al parecer, tiene una capacidad sobrenatural para detectar el psicosocial y, no contento con eso, publicarlo en calidad de primicia.

Pero tampoco iría dirigido al usuario de internet. Internet tiene un par de propiedades que se pasan por alto en relación al psicosocial: por un lado elimina las jerarquías; por otro, su interactividad obliga al usuario a ir hacia las noticias, no al revés. A diferencia del periódico que llega todos los días a la puerta de la casa y que tiene una portada con titulares gigantes y el resto de noticias en letras más pequeñas, internet es una aplanadora de relevancias e importancias. Toda noticia es presentada por igual, con casi la misma tipografía y en una pantalla dedicada. La relevancia la debe poner el usuario, usando su inteligencia y su capacidad de hacer constantes links en su cabeza, o sea, de relacionar. El antídoto del psicosocial es, entonces, achatar la jerarquía. ¿De qué sirve una noticia-cortina de humo que no se distingue de otra?

En segundo lugar, internet permite al usuario crearse su propia relevancia con el sencillo uso del "search" y algo de paciencia. ¿Quiere enterarse más de cierto tema? Un par de clicks y la pantalla le mostrará solo lo que le interesa. Bingo: el psicosocial ha sido dribleado y pasado por alto. Internet no supone un problema de falta de información, de información escondida o llena de humo. Si un problema existe con él es el contrario, o sea, el de la sobreinformación, una sobreinformación que, a su vez, tiene como antídoto extremo crearse burbujas noticiosas demasiado idiosincrásicas, que no van más allá de la nariz (p.ej. noticias solo sobre Wimbledon, solo sobre "Lost", solo sobre anime, solo sobre porno, etc). Entonces nos repreguntamos ¿a quién afecta el psicosocial?

Obviamente al consumidor que lee solo portadas de periódico o ve solo un noticiario en la TV. Pero aunque en el Perú estos consumidores son mayoría -para mí los kioskos son absolutamente invisibles cuando camino-, la portada y la TV abierta son rezagos del s.XX. Admitámoslo: si internet está matando los periódicos, también está matando las portadas y los programas con horario. Pero eso en el Perú todavía no se siente. En todo caso, lo menos que se puede decir es que hay una convivencia de formas de informar. Y, hoy, el curioso de verdad, tiene las armas para defenderse de la desinformación.

Aun así, los peligros en internet son constantes. Un psicosocial -que puede ser político, cultural, deportivo, etc- sí puede sobrevivir y medrar en él. En este blog se han mencionado varios de esos peligros. La viralidad es uno de ellos (el "rumor" de la vida en el mundo real o, quizás, en la era de las portadas). Otro son los conglomerados y alianzas de rebote en el que ciertos medios tradicionales tienen agentes que se mueven por la red solo haciendo eco de sus noticias. En internet la cantidad da la ilusión de verdad, tal como Google ha teorizado. Y una comunidad fuertemente enlazada funciona como una net que pesca bolsones de usuarios-anchoveta haciendo barridos noticiosos.

Nuevamente, es posible driblear estos agujeros negros si es que somos usuarios altamente alfabetizados. Pero no todos tienen el tiempo suficiente para alfabetizarse y alfabetizar. En este blog, por tanto, se repetirán hasta el hartazgo las mismas conocidas cantaletas. Quizás convenzan a alguien que no renovar el Google Reader constantemente o confiar a ciegas en dos o tres blogs sin leer críticamente es lo más funesto que puede pasar en esta era de la sobreinformación.



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