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sábado, 8 de agosto de 2009

10 mitos acerca de los blogs

Mi historia con el blogging o los blogs debe haber empezado en el 2001 0 2002. Hace ya varios años. La idea de tener una página web donde yo controlara el contenido me tenía fascinado. Pero no soy un gran estudiante: en ese entonces era necesario pasar por la aduana del html, aprender de etiquetas y perderse en esa enredadera del bloc de notas en el que tenías que escribir y editar. Demasiado para mí. Recuerdo que le pedí a una persona por clases. Me enseñó cuatro cosas y, aprovechando la plataforma gratuita de Geocities de Yahoo!, publiqué mi primera web personal, mi primer blog. Se llamaba "Perú sin piedad".

La idea de "Perú sin piedad" era escribir de todo aquello que me tenía irritado en las noticias, veta casi imposible de explorar en un medio tradicional. Iba a ser una página hepática, rabiosa, renegona. Es decir, más o menos como es Bloodyhell hoy. Pero en ese entonces el estilo y la onda estaban en brumas. El medio y sus posibilidades me sobrepasaban, era como ver el Sol de muy cerca. No creo haber escrito más de dos o tres entradas en las que comentaba algunas críticas sobre libros, películas o música que había leído, con un estilo a medio camino entre el hartazgo y una muy idiosincrásicamente entendida desacralización. La herejía es siempre una tentación en un país con tantas iglesias. Pero el html me terminó por aburrir y lo dejé ahí, a la espera de tiempos mejores, que finalmente llegaron.

Hoy el blogging me es consustancial. No creo que lo deje nunca porque llena dos debilidades personales que el medio lleva a la enésima potencia: el placer de ser leído automáticamente y la capacidad -sorprendente para mí- de empezar y terminar algo. Mis cuadernos, mis blocs de notas y varios discos duros, están llenos de decenas de decenas de poemas empezados y jamás terminados, de decenas de cuentos dejados a medio camino, de al menos una decena de comienzos de novela horribles, de ensayos abortados, de aforismos sin centro ni sistema, de fichas desordenadas y salpicadas sobre libros leídos. Y, claro, también diarios: ese pie forzado donde uno escribe sobre las tonterías del día a día, de la vida cotidiana, de los amores reales y de los amores imaginados. Sin duda, mi indisciplina, mi verborragia centrífuga estaba en busca de su manguera, de su cauce apropiado. El blog llegó y todo calzó a la perfección. Cada post es un círculo, un puñado de palabras que se cierra sobre sí mismo. El placer de publicar un post es también el placer de un trabajo terminado.

Esta historia debe ser común a muchas personas, sobre todo a las que no pueden evitar escribir sin tener el anhelo ni la esperanza ni la vanidad técnica de ser escritores. Pero es una historia que testimonia un camino de realización personal que podríamos describir como la nadería de intentar ser un poco más feliz antes de morir. Ni más ni menos.

Con la práctica es inevitable preguntarse por los porqués de la práctica, por el discurso meta. Este post va publicado con esa idea en mente. Aunque mucha agua ha corrido bajo el puente, creo que a la larga y al final de todas las discusiones, si algo en común tienen todos los posts de este blog es la búsqueda del estilo apropiado para cada tema tocado. Es por eso que lo miscelánico es inevitable: con él viene la posibilidad de empujar algunos límites. El blogging como pretexto de una estilística en constante movimiento es parte del combustible del posteo. Quizás por eso el blogstardismo me irrita tanto. Es un envanecimiento medio hueco: una serie de muletillas de apenas dos velocidades: la cacha y la denuncia de gallito de pelea. Es que la pluma no da para más. Pero, al mismo tiempo, la presión de una lectoría masiva evita desbandes inapropiados. En ese sentido, ser un blog microscópicamente leído es una bendición: acicatea un autismo creativo.

Tal ping-pong de ideas me vino a la mente escuchando a Scott Rosenberg dando una conferencia sobre su libro Say Everything: How Blogging Began, What It's Becoming, and Why It Matters. Además de detallar los inicios del fenómeno, en el libro el autor también se atreve a dar una lista Top Ten de "Mitos acerca de los blogs". Creo que sería divertido pasar revista a la lista y ver cómo se comporta en la realidad de la blogósfera peruana más cercana a este blog:

Mito 10
"Los blogs no son periodismo"
Esto se escucha a cada rato. Pero Rosenberg dice que hay blogs que sí hacen periodismo y otros que no. Más obvio no puede ser. Por ejemplo, en el Perú el blogstar más célebre es un periodista de profesión. Quizás lo que molesta con el mito, en realidad, es cuando se usa como coartada para decir "no soy periodista" y, luego, meter la pata cada cinco minutos con la información o hacerse el sueco con cada crítica o comentario. Eso ya es mañosería.

Mito 9
"Los blogs matarán el periodismo"
Es imposible que lo haga. El periodismo se está acomodando al nuevo medio. Pero el periodismo de verdad -no el trucho- usa la herramienta para dar paso a las voces críticas y el contenido importante, no para mezclar información con opinión publicitaria. Eso ya es una peruanada como la salchipapa.

Mito 8
"Hay una blogósfera"
No hay una, sino muchas, dice Rosenberg. Evidente, Watson. Pero cada grupo cuyos miembros se aglutinan y linkean entre sí -los bloggers políticos, los bloggers tecnológicos, etc.- piensan que ellos son la blogósfera. Mito destruido fácilmente. Pero, quisiera ir más allá. Si uno es parte de una blogósfera, ¿cómo la reconoce? ¿Puede uno escogerla? ¿Puede uno adscribirse libremente a cualquiera de ellas? ¿Si no te linkean no perteneces a una blogósfera por más que comentes sobre ella? Decir que hay muchas blogósferas es cierto, pero también permite que los cabecillas de blogósfera ninguneen lo que no sucede dentro de sus burbujas. En el Perú, mi impresión es que los medios tradicionales ya le pusieron candado a una blogósfera entendida como universo en expansión donde es cierto el hecho de las muchas blogósferas. Los medios se han construido una propia -a la que ha bautizado, cómo no, "blogósfera" o "los bloggers"-, una especie de fortín en la punta de la colina desde donde se defiende y que la ha vuelto absolutamente inmune a cualquier interacción con las demás, léase, las opositoras. La mitosis de blogósferas ha exigido una quimio informativa, un tratamiento de blanqueo periodístico rentado. El resultado: habrá muchas blogósferas, sí, pero a los medios les basta con una sola.

Mito 7
"El primer blogger"
No hubo un blogger adánico. Esto es como encontrar al primer novelista o al primer poeta. La cosa fue evolucionando. No mucho más que decir por ahora.

Mito 6
"Los bloggers son narcisistas"
El hecho mismo de linkear te aleja del narcicismo y te acerca a lo social. Pero en el Perú el mito puede refrasearse en "algunos bloggers son argolleros" con lo que rápidamente se convierte en verdad.

Mito 5
"Los bloggers no son confiables"
Mientras los medios tradicionales basan la confianza en su institucionalización, en la(s) blogósfera(s) la confianza se va armando post a post, link tras link. Eso quiere decir que, en el balance final y luego de un largo camino recorrido, habrá bloggers muy confiables y bloggers que no lo son. Me reservo la lista de los no confiables locales -y las razones- para después.

Mito4
"Hay demasiados blogs"
Hay demasiados discos, hay demasiados libros, hay demasiado todo. El truco para no sucumbir a la vastedad es armarse de un mapa para sobrevivir en ella. Hasta aquí Rosenberg y sigo yo: pero para armarse de un mapa uno tiene que saber más o menos a dónde se dirige, un para qué leer blogs. Una vez que tenemos esa pregunta resuelta uno fácilmente puede concluir lo siguiente en el Perú: hay demasiados blogs que dicen lo mismo. Si un punto a favor tiene la vastedad es, como diría algún crítico, la heterogeneidad. Hagamos honor a esa característica.

Mito 3
"Los blogs han muerto"
En efecto, ni siquiera en eso los blogstars son originales. Nueva versión del chiste: "ya nadie va a ese lugar porque está demasiado lleno". Para Rosenberg esta especie de meme empezó con algunos tech bloggers que empezaron a postear desde hace años y que, luego de tanto trajinar, pues simplemente se cansaron. En el Perú eso se nota: los abanderados de la muerte de los blogs tienen posts cada vez más famélicos, campañas a las que se le ven demasiado las costuras, la creatividad fosilizada. Los blogs no han muerto. Lo que hay más bien son bloggers zombis, chupansagres por cansancio.

Mito 2
"Bloggear es trivial"
Eso se lo escuchaba mucho a algunos periodistas que defendían la profesión contra viento y marea. Pero la realidad hace trizas el mito. Y últimamente la cosa es así: los medios reparten los insumos y los bloggers son los que piensan y mastican la información. Hay algo en el desorden de blogueo que enciende infinitos focos pensantes en sus lectores. En el Perú, donde los diarios no ofrecen mucho, los (de acuerdo, algunos) blogs son agua en el desierto. Nada trivial.

Mito 1
"La mayoría de blogs apestan"
No sé si la mayoría, pero decir que apestan es ser demasiado categórico con un medio ya consagrado. El blog es de una ductilidad asombrosa. Verdades sean dichas, quizás lo que apeste son esos bloggers acostumbrados a verse impresos en papel y que hasta ahora no pueden despercudirse un poco, agitar bien esas caderas, salpimentar en algo sus contenidos virtuales.

Larga vida al blog. Espero.


La conferencia de Rosenberg:

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