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lunes, 19 de octubre de 2009

Más de los Bastardos

Hay un tic de las reseñas periodísticas de cine -o de libros o de música- que siempre atrapa mi imaginación o, quizás debería decir, la ataranta. Es lo que llamaría la arqueología de la obra: revelar referencias, géneros, citas, homenajes o influencias de las que un autor o un artista supuestamente ha echado mano para su trabajo creativo. Muchos dirían que otro camino no hay para el análisis (siempre hay que comparar con algo), pero tales menciones suelen ser tan de refilón, tan de pasada, que solo quedan como menú iluminador no de la oeuvre en cuestión, sino del alarde cinemero del reseñador. 

Con Tarantino la cosa es ya un ejercicio habitual. Cada película viene con el detector de referencias encendido: esta escena es de esta película, este personaje es de este otro lado, aquí quiso homenajear este género, más allá hizo un guiño a tal otro cineasta. Pero la enumeración nunca llega a ser una alabanza abierta de la cinefagia tarantinesca. Es, por el contrario, una especie de prueba de que Tarantino es sobre todas las cosas una virtuosa licuadora del copiado y pegado, un autor-exhumador con especial sensibilidad para mezclar lo prestigioso con la chatarra, un remezclador que, hoy más que nunca en la era del blogstar weón, no puede ser más que un posmoderno, un plagiador deslumbrante que, como tal, solo puede producir una estética -y una ética- inestable.

Y supongo que sería interesante si eso fuera verdad. Pero, ¿acaso no se podría decir lo mismo de cualquier autor? Salvo si se creyese esotéricamente en la creación ex-nihilo, nadie -ni siquiera Homero- podría decir que realizó algo por inspiración espontánea, redonda y completa. Se tendría que admitir que se trabajó unificando, laboriosamente, retazos. Pero me parece curioso cómo con Tarantino el ajuste de cuentas se relata siempre como una larga sección de notas al pie -en la coferencia de prensa en Tel Aviv un periodista le preguntó qué películas tuvo en mente para hacer Bastardos sin gloria y si le podía dar una lista de referencias, a lo que el director respondió, con evidente cansancio, "ninguna"-, pero nunca sucede con alguien como, por ejemplo, Martin Scorsese que, por más cinéfago que sea, parece que tiene la gracia de la sensibilidad inédita: Scorsese es ya uno de los inventores de Nueva York.

Pero no quiero ser renegón. Es natural que se compare y se armen relaciones. Creo que mi incomodidad es con aquellos que salen del cine emocionados porque vieron la referencia a Mengano Fulanini que nadie más detectó para, a partir de ese dato, armar su escala de valoraciones. ¿Qué tan lejana está esa erudición de la simple trivia? En fin, tema para después.

Ahora sí, más de Bastardos. En Páginas del diario de Satán se colocó un link que obedientemente seguí. Se trataba de unas ponencias a propósito de la película en la revista y web australiana The Monthly bajo el título "¿Puede Hollywood reescribir la Historia?". Las recomiendo también porque están muy buenas. La mayoría de los conferenciantes tiene los dos pulgares arriba. Solo uno - el crítico profesional- tiene los dos pulgares abajo. Quizás sea solo una coincidencia. No, no tanto: el crítico profesional -no sé bajo qué criterio- analizó dos líneas de una entrevista a Tarantino que vio en YouTube para demostrar que es un tipo absolutamente contradictorio (y adolescente). Ay.

Pero si tuviese que conectar las ponencias con lo que escribí más arriba, diría que lo interesante es que la mayoría de sus referencias estaba fuera de lo cinematográfico. Uno de los expositores -de origen judío- leyó extractos de un libro que escribió hace diez años con la intención de señalar que la fantasía de la venganza judía post-holocausto era un tópico, si bien no extrapolable a la comunidad judía en general, al menos sí en el imaginario de su familia. 

Otro de ellos -más precisamente la conferenciante- mencionó una clave de lectura estimulante. Confesando previamente que no era ninguna conocedora del cine de Tarantino, sí dijo haber visto Bastardos sin gloria dos veces. Y en el segundo visionado algo llamó su atención. El primer capítulo -la larga escena del interrogatorio- es notablemente más realista que el resto de la película. Lo que sucede en ese episodio es el escape de Shosanna. Ella lo interpreta así: su supervivencia es algo que no debió suceder -Landa le perdona inexplicablemente la vida- y es precisamente este hecho anómalo lo que dispara la fantasía hiperbólica, exagerada y delirante de la venganza.

Finalmente: destacar que la mezcla de genocidio, venganza, masacre, absurdo y humor no es necesariamente un defecto de carácter de Tarantino sino un cóctel que ya aparece en la tradición judía -más precisamente en el Libro de Esther- fue la idea principal del último y muy entusiasmado conferenciante. 

Con eso ya hay bastante para seguir la conversación hasta el fin de la noche. Con todo, no planeo ver Bastardos sin gloria nuevamente hasta dentro de un tiempo. Quizás a la salida del DVD.

Links:

  • Un largo comentario de Carlos Esquives en Páginas del diario de Satán: "La aparición del sargento Donny Donowitz cuando se le ve por primera vez en acción es todo un rito japonés. Ocultándose en una oscura cueva enfocada a modo de contrapicado ligero e intercambiándose con el rostro de un oficial nazi en un primer plano, alternándose una y otra vez las dos imágenes mientras que el sonido extradiegético anuncia una afrenta sumándose además el sonido seco y grave de un bate de beisbol – o sable samurái –que golpetea sincrónicamente dentro de la cueva y se va aproximando poco a poco." Con tal idea puedo repensar mi incomodidad inicial con esta escena.
  • Reseña de Ricardo Bedoya en El Comercio. "En ese capítulo inicial, que es un gran momento de cine, está todo “Bastardos”: su virtuosa capacidad para mezclar los géneros borrando los límites entre tensión y humor; la celebración del diálogo no solo como fuente de información dramática sino como rico material acústico, trabajado en la riqueza de su textura material, cuidando al milímetro la entonación, la dicción y el acento de Christoph Waltz"
Quentin Tarantino’s favorite aspect of the film? Naturally: “I like that it’s the power of the cinema that fights the Nazis,” he says. “But not just as a metaphor, as a literal reality.”
  • Océano de Mercurio: "El ajusticiamento gráfico de los nazis en esta obra es a manos de los personajes que, en otros filmes, se limitarían a avanzar asustados a las cámaras de gas o enfrentarse a situaciones donde no tienen forma de contraatacar y solo pueden huir. Tarantino quizá sepa que su violencia visual aplaca animosidades en vez de causarlas."

ACT. 20-10-09. Más links, pero con los pulgares abajo:

  • Un comentario en Océano de Mercurio me llevó al blog, Andando sin caminos, donde se lee el siguiente comentario: "Está película personalmente me pareció demasiado pro judío; no tengo nada contra ellos, pero tampoco falsearía la historia para quedar bien con un grupo humano. (Por ejemplo: No sería bueno hacer una película peruana donde Miguel Grau sea tipo Rambo y le ganemos a Chile en la Guerra del Pacifico)."
  • La crítica más dura contra Bastardos sin gloria que he leído es de Newsweek:
Do you really want audiences cheering for a revenge that turns Jews into carboncopies of Nazis, that makes Jews into "sickening" perpetrators? I'm not so sure. An alternative, and morally superior, form of "revenge" for Jews would be to do precisely what Jews have been doing since World War II ended: that is, to preserve and perpetuate the memory of the destruction that was visited upon them, precisely in order to help prevent the recurrence of such mass horrors in the future. Never again, the refrain goes. The emotions that Tarantino's new film evokes are precisely what lurk beneath the possibility that "again" will happen.

(...)

"Facts can be so misleading," Hans Landa, the evil SS man, murmurs at one point in Inglourious Basterds. Perhaps, but fantasies are even more misleading. To indulge them at the expense of the truth of history would be the most inglorious bastardization of all.

La cuestión es interesante: ¿tiene la ficción límites? ¿Es la venganza una emoción que no debe elaborarse artísticamente sin una coda con moraleja?

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