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martes, 6 de octubre de 2009

Odio a Obama comparado





Un preocupado e indignado Roger Ebert escribe en un post reciente sobre la "la ira del inflamado marginal" (traducción mía, muy vacilante, quizás incorrecta, de anger of the festering fringe) a propósito del odio y la paranoia alrededor Obama sobre asuntos de política norteamericana, léase Medicare, Iraq, religión en los colegios, etc. Ebert no se refiere a los conservadores republicanos más recalcitrantes, sino a esas termitas de opinión -generalmente anónimas o seudónimas -que se alimentan de todas las teorías de la conspiración que encuentran a su paso. Lo lamentable es que las termitas ejercen su influencia no solo entre los ignorantes, sino, a veces, también en el mainstream. Un rosario de eslóganes conspirativos: Obama es musulmán. Obama nació en Kenya. Obama destruirá Medicare. Obama matará a tu abuela. Obama es un racista. Obama quiere que el ateísmo se enseñe en los colegios. Obama quiere que paguemos por la salud de los inmigrantes ilegales. Dice Ebert:

¿Han estado estas personas siempre ahí? ¿Se están volviendo más visibles por causa de internet, los cables y la radio con micrófono abierto? Pues están extralimitándose por mucho. Creo que se alimentan más de sí mismos de lo que aprenden de los medios. Es demasiado fácil responsabilizárselos a Fox News. En algún lugar debe haber páginas de internet paranoicas incluso de Fox. A algunas de estas personas no les importa nadie que no esté convencida de sus fantasías. Mencionen un tema, y ellos sabrán la verdadera historia que está escondiéndose detrás.

El crítico intenta delinear una personalidad de los adictos a las teorías de la conspiración: un agrio resentimiento a todo lo que suene a autoridad, un ánimo desafiante y desconfiado. El conspiracionismo es la ideología de los que se sienten excluidos. Muchos de ellos quizás inteligentes, pero que por uno u otro motivo fueron postergados.

Cuando vi las caricaturas que coloca Ebert en su post -y que yo reproduzco arriba- me puse a pensar que en el Perú tales distorsiones son absolutamente cotidianas, no solo en los márgenes, sino también en los medios tradicionales. ¿Cuántos Jokers políticos abundaron en los días del estreno de El caballero de la noche? Tal como la chapa de barrio, la caricatura de photoshop es un deporte habitual de cierto humor político, más insidioso mientras más alejado esté de la luz pública. Pero además de los dibujos -que suelen ser muy virales-, con internet el comentarismo paranoico y conspirativo es casi un género en sí mismo. Basta darle una mirada a los blogs más visitados para corrobarlo. Lo triste es que también se da en los medios convencionales. Sin editor, sin nadie que sirva de criba, el huayco de opinión convierte cualquier foro de buenas intenciones en una cloaca delirante. Alguna vez le escuché a un periodista argentino decir que una persona que comenta habitualmente en los foros de un periódico no puede ser normal. Otros piensan que abrir comentarios en una noticia cualquiera no tiene sentido.

Volviendo a Obama, me llamó la atención un par de notas sobre él. Una salió del NY Times, un artículo muy duro sobre su fallido respaldo a la candidatura de Chicago como sede de los Juegos Olímpicos del 2016, que finalmente ganó Brasil. La otra es sobre la parodia que se hizo de él en Saturday Night Live, donde se lo caracterizó como el presidente que "no ha logrado nada". En esta nota de Yahoo News se toma punto por punto el sketch y se lo contrasta con la realidad. ¿Tienen razón los de SNL?



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