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viernes, 26 de febrero de 2010

La muerte del blogstar, la vida del blog

Si detrás del blog está el blogger, entonces el blog no puede morir. En tanto haya blogger, hay blog.

¿De qué blogger hablamos? Del que aún apuesta por el texto elaborado, por el contenido propio, por la exposición honesta de ideas, por los comments que no se censuran si no insultan (aunque algunos encuentran buenas razones para mantener la libertad irrestricta), por evadir siempre los conflictos de interés, por el disclosure necesario, por mantener un archivo transparente y de fácil acceso a los lectores, que siempre necesitarán saber no solo lo que se dice, sino lo que se dijo.

Mis estimados: el search es la mejor herramienta que existe, sobre todo para detectar la payasada, la farsa y el gato por liebre de los que se llenan la boca hablando de libertad y democracia al tiempo que ponen al ciudadano y al cliente en la misma oración.

Por eso hay que desconfiar de los que invitan al Twitter y al Facebook en reemplazo del blog. Todo lo que tienen de divertido y de social, también lo tienen de fugaz, banal, transitorio y perecedero. No hay debate posible porque nada queda. El presentismo del Twitter le ha dado su mejor función: válvula de escape en las emergencias. El Facebook es el paroxismo de lo fático: "ajá", "claro", "por supuesto", fórmulas para mantener la comunicación andando aunque nada se comunique.

Como complemento están bien. Como reemplazo, jamás. Porque, como la experiencia ya nos hace ver, es el interés comercial lo que, como astuta serpiente, ha encontrado su mejor asiento en esa velocidad.

No hay que dejar que amistad, publicidad, endorsement, campaña política, "conversación" e "intercambio de ideas" se coloquen en la misma licuadora en honor de las redes sociales. No hay que permitir que algunos gurúes nos convenzan de que ése es el camino.

Si alguna mística tuvo una vez la palabra "blogstar", fue la de una etiqueta que representaba lo desinteresado, lo rebelde y lo respondón (aunque, verdades sean dichas, también la abierta tentación por la autopromoción).

Ya nade de eso existe. El blogstar ha muerto. Se mató solo.

Pero quedan los bloggers, y aún queda el desinterés comercial, lo rebelde y lo respondón como categorías que deben practicarse en el debate público.

Por eso no crean cuando alguien dice que los blogs han muerto. Sus opiniones no han muerto. Pero sus opiniones sí corren peligro de ser silenciadas.

No dejen que compren su silencio.

El blog sigue vivo.



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(este fue un post-panfleto)

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