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viernes, 19 de febrero de 2010

Lo que uno detesta de los gurúes 2.0

Lo que uno detesta de los gurúes es lo que siempre detestó el profesor Uribe después de un partido de la selección: todos son entrenadores después de la derrota.

Un ejemplo es este antipático artículo de La Nación de hoy. Un gurú respondiéndose qué falló con el Buzz de Google y por qué el Twitter, por el contrario, es genial. Al autor le parece increíble que Google no se haya dado cuenta de cómo funcionan las redes sociales con su herramienta tan fancy. "¡Mongos!", parece decir. Pero también dice que fue un error de la compañía no comprar el servicio de microblogging hace un año. Hagamos una analogía: también fue un gran error que los Beatles fueran rechazados por la Decca en sus inicios, pero eso es fácil de postular después de los número 1 y después de la beatlemania. Fue un error ir arriba cuando la salida -ahora nos damos cuenta- estaba por abajo. Gran iluminación. Godoy es, ahora, internacional.

El artículo insinúa, además, una idea que es el germen de su propia contradicción. Así como los creadores del Twitter jamás pudieron prever cómo su herramienta iría a ser usada, transformada y popularizada (o sea, su "potencial", lo que Google jamás vio, según el autor), ¿quién en este mundo es tan clarividente para saber lo que una sociedad adoptará como su nueva herramienta fetiche? Es prácticamente imposible. Una prueba concreta es que el Twitter se inauguró con el pie forzado de "¿qué estás haciendo?", pero con el tiempo, y en vista de que el uso iba transformando su dinámica, pasó a "entérate de lo que está sucediendo en el mundo". La primera versión del twitter era una mongada comparable al hula-hula (1), tanto así que aquel tuitero que dice ahora lo que está haciendo ("preparándome un cafe con leche", por ejemplo), es un reverendo idiota.

No hay gurú que no remate su pequeña biblia con un decálogo. El autor -sapiencial sin duda- dice que cada uno de sus diez puntos -sobre el Twitter- no es más largo que un tuit. Me lo he imaginado sombreando cada frase y chequeando luego el número de caracteres. Todo bien, pero es irónico que lo haga en un artículo de diez mil (con espacios).

Soy antipático con los antipáticos porque los gurúes siempre se muestran como pavo reales empoderados con sus herramientas y sus gadgets, lanzándote a la fuerza a una piscina que casi siempre es la misma, pero con otro color de fondo. El Twitter no es una necesidad ni transformará tu vida (salvo quizás para ciertas emergencias en donde la necesidad de saber supere tu recato). A mí me parece confuso y lleno de detritus. Pero si te gusta, estupendo. Lo que lo hace distinto de mi aún valioso chat es lo que encuentro distinto entre ir a una fiesta o a una pequeña reunión entre tres o cuatro. ¿Qué es mejor? Respóndeme lo que quieras menos que la fiesta es mejor.



(1) El hula-hula fue popularísimo también y aunque hoy no se vea a adultos girarlo en sus cinturas, el aro sí puede ser visto en competencias de gimnasia artística. Gran idea, ¿no?

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