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martes, 4 de junio de 2019

Retablo, reseña con spoilers

No sabía nada del argumento del drama familiar Retablo, salvo que tocaba el tema de la homosexualidad, y preso de mis prejuicios, mientras la veía, esperaba que fuese la homosexualidad del hijo lo que se revelara. No sucedió. El giro en Retablo rompe expectativas: es la homosexualidad del padre maduro la que es descubierta y eso provoca una conmoción en el hijo adolescente.

Retablo es excelente porque prefiere decir poco y armar sus tomas con un cuidado más estético que ideológico (a pesar de la mención a Soccos y otra, quizá demasiado subrayada, a los años de la violencia). Eso la hace rica en símbolos, algunos misteriosos, otros ambivalentes, pero todos potentes e inolvidables. También está, claro, el entorno andino, que se recrea desde la perspectiva del pueblo chico, llena de rituales hermosos, pero también ineludibles, donde a un tiempo conviven el disfrute de lo comunitario y la férrea norma social.

Con los Andes el exotismo en la representación es siempre un peligro. Pero Retablo es menos una contemplación sobre el paisaje que una película rendida a su propia historia. Apenas Segundo, el hijo, descubre por una rendija el comportamiento sexual de su padre retablista, los Andes se vuelven exóticos y enrarecidos para él. Su padre ya no es su padre, sino un adulto sospechoso. Su madre, una pobre mujer ya no solo coja, sino ciega. Lo mismo con las casas, los caminos, la gente, las fiestas, o la comida. Como la mirada de Segundo es la mirada de la película, el enrarecimiento es absoluto y la película nos obliga a ver dos veces. Nos volvemos detectives de la ficción y de las metáforas.

La principal de ellas es, por supuesto, el retablo mismo, caja de representación y de puesta en escena. El director toma la decisión de romper la llamada “cuarta pared” algunas veces, lo que llama la atención, al igual que colocar la cámara dentro de los propios retablos, como si los espectadores fuésemos los personajes de pasta de papa observando el teatro de la humanidad de carne y hueso. La dualidad de lo real y lo representado nos hace pensar en vidas dobles, sea en la sexualidad, en las funciones familiares, o en el espacio de la comunidad. El conflicto del grupo versus el individuo es uno de los temas que se sugieren.

El retablo es también, quizá literalmente, un clóset. Lo vemos abrirse y cerrarse continuamente. Pero no queda claro si se sale del retablo o si se entra en él, si acaso la versión de los hombres que queda congelada en manos del artista es superior a los reales, siempre fallidos, pero con sueños. El retablo como representación, entonces, es ambivalente: el retablo de la familia patriarcal que se nos presenta al inicio parece una impostura. El retablo que esculpe Segundo al final es una revelación.

Los tiempos actuales parecerían inspirar visiones heroicas de la homosexualidad, resistentes a incomprensiones o asfixias políticas. Pero en Retablo su tema principal tiene tonos grises. El padre no solo tiene comportamientos homosexuales, también es un esposo atormentado, alcohólico e infiel. Y si bien conocemos las circunstancias consensuadas de lo que en la película es su primer acto homosexual, no tenemos idea de qué pasó en el segundo. Solo sabemos de un padre que vive en constante crispación nerviosa, demasiado alerta de lo que lo rodea, asustadizo. Es muy llamativa aquella escena en la que observa el ajusticiamiento de un ladrón con una empatía al borde del llanto, quizá adelantándose a la golpiza de la que será víctima cuando se descubra su “cochinada”.

Finalmente, habría que decidir si la película tiene sus puntos más altos en mostrar los violentos ritos de pasaje masculinos que van de la adolescencia a la adultez (totalmente universales) o si toda ella es, en suma, un notable retrato del artista adolescente. Eso habla bien de lo visceral y sofisticada, ambas cosas a la vez, que es Retablo. Al principio, Segundo es un aprendiz que recibe un conocimiento técnico, pero luego de la humillación, los golpes y la muerte, sus figurillas comienzan a asumir el vuelo de lo verdadero. El artista, solitario al igual que el padre, lo es contra todo y contra todos.

5/5

Retablo es dirigida por Álvaro Delgado-Aparicio



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