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martes, 22 de enero de 2008

Las langostas y la pirámide


Recuerdos de la vida periodística: mofarse de los académicos que vivían encerrados en sus clases universitarias, en la discusión teórica y en las pocas veces que aterrizaban en la vida común y corriente, eso que un periodista etiquetaba como "realidad". Aún así, muchos de los artículos tenían espacio para la opinión experta. Eso le daba credibilidad a lo descrito. Visto desde su lado, sin embargo, el académico podía ver que el approach periodístico era muy superficial (1,000 palabras no reemplazan años de investigación). A los 20, y enamorado de las bibliografías, pensaba igual. Pero obviaba un punto: la practicidad de coger una idea útil y propagarla (agregado: "en la menor cantidad de palabras posibles")

Tiempo después aparecen los blogs y con ellos el desdén y la desconfianza en los grandes medios. Parece que tanto reinado separó a la prensa de lo que los bloggers consideran la "verdadera realidad". Hay cosas que no están diciendo, que están ocultando. Los blogs discuten lo que no se quiere discutir. Y es ahora la prensa la que mira con desdén la superficialidad: un post no reemplaza un artículo de investigación ni se compara por asomo a su sistema informativo. Es más, parasita de él.

La última sección en la pirámide la constituyen los comentadores, generalmente anónimos. Una masa ruidosa y sin forma que como una nube de langostas devora y regurgita toda la información que encuentra a su paso. Es la plaga que hace público el pensamiento privado. Es una amenaza a la jerarquía de la pirámide. Una pregunta: ¿cómo hace el académico para comunicarse con las langostas?

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