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jueves, 31 de enero de 2019

Permafrost

RESEÑA

PERMAFROST
Eva Baltasar
2018

Gran título y buena metáfora, pero esta novela debut de la poeta Eva Baltasar termina cayéndose las manos a pesar de ser tan breve. La empecé con expectativa, porque fue una de las novelas más elogiadas el 2018 en España. Pero no siempre las recomendaciones aciertan. O quizá sea yo.

El tema es duro y desde las primeras líneas nos enteramos del drama: la protagonista, una cultivada mujer catalana en sus cuarentas, desea suicidarse lanzándose al vacío. Estas primeras páginas son lo mejor del libro (que va en primera persona), porque si bien no relatan mucho, muestran un flujo de conciencia tan cáustico que resultan convincentes en su densidad tanática. Dicho sea de paso, no sé si sea el tipo de novela que una persona atribulada deba leer. Mejor no, aunque a la larga el libro resulte inofensivo.

La versión original está en catalán (Permagel, cuya traducción al castellano por Nicole d’Amonville Alegría es muy buena), y precisamente el título, "permafrost", es una de las incógnitas que lleva adelante la lectura. El término nunca se define geológicamente (suelo helado que permanece bajo cero por buen tiempo y que probablemente haya ingresado a la imaginación popular vía los documentales de Al Gore), pero, ¿a qué refiere simbólicamente? Y, además, ¿por qué desea esta persona liquidarse? El misterio autoimpuesto es grande, pero las revelaciones a la larga no serán tan satisfactorias. El libro se divide en capítulos muy breves que, de a pocos, muestran el pasado y la biografía de esta mujer.

Ahí empiezan los problemas. Lo narrativo no está a la altura de lo reflexivo. Nos enteramos de que la protagonista es una frustrada estudiante de Bellas Artes, que es lesbiana, que siempre tuvo problemas para satisfacer las expectativas familiares, que trabajó cuidando niños en Escocia, que dio clases de castellano en Bruselas, que tuvo un par de amantes importantes, pero que la idea de mantenerse unida a una persona no es lo suyo. Y no mucho más. Los episodios autobiográficos se dan como un picadillo espolvoreado con el humor negro y la dureza de la voz femenina (que, además, se considera a sí misma genial). Y, en efecto, he ahí una de las definiciones de este “permafrost”: la dureza de corazón producida por la depresión, la imposibilidad de conectar con los demás.

Es importante, creo, separar las realidades psicológicas (la depresión y las tendencias suicidas) de la recreación literaria. Lo primero es tema de expertos y de cada caso individual. En la literatura leemos por otras cosas. Lo trivial, sin mayor arte, puede permanecer trivial. Lo cotidiano, igualmente, llanamente aburrido. Es lo que pasa con Permafrost. Un paso importante en el descenso depresivo de la protagonista es abandonar la medicación. Pero nunca queda claro por qué lo hace, más allá de un filosofar sobre la vida sin control y experimentada al límite (que nunca se nos cuenta). El embarazo de la hermana le conflictúa a esta voz el espacio como mujer no heterosexual en el entramado social familiar. Pero los líos no pasan de frases inoportunas: “Aunque te cases, los niños necesitan la estabilidad de unos padres. Me refiero a un padre y una madre. No quiero insultarte, pero, ¿verdad que me entiendes?”, le dicen.

La decisión tan clara de desaparecer parece no tener marcha atrás, hasta que, de pronto, tiene marcha atrás. Antes de la resolución de la novela, la protagonista relata el descubrimiento de su sexualidad a inicios de la adolescencia. Son líneas gozosas que poco se vinculan con una persona que ya no quiere saber nada más de la vida. Lesbianismo y depresión, en este caso, no tienen vasos comunicantes, lo que nos deja en ascuas sobre las motivaciones de este “idilio con la muerte”.

Al final, Permafrost es el tipo de novela que hace depender todo del atractivo de la primera persona, relate lo que relate. Es quizá su punto a favor: esta mujer, que no tiene nombre, no cae mal literariamente y, de cuando en cuando, lanza frases hirientes que merece la pena subrayar, como esta: “Ciertos individuos solo pueden acontecer como amputaciones”. Una cita citable.

2/5

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