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lunes, 28 de septiembre de 2009

La mejor crónica sobre el retorno de Charly García


La mejor crónica sobre el retorno de entre los muertos en Lima de Charly García -ídolo argentino-, salió en Radar de Página 12 -medio argentino-, pero la escribió Verónica Klingenberger -periodista peruana. No encontrarán en ella las zalamerías de rigor del autoinvestido simple mortal cuando describe al ser del Olimpo. Tampoco el setlist, ni la palabra 'genio'.

El vínculo Klingenberger-García es una extraña parábola -matemáticamente hablando- que empezó en Cusco en una entrevista para Caretas en el lejano 1999 y continuó meses después en Buenos Aires con un encuentro tan casual que pareció salido de la dimensión desconocida, ámbito del que quizás sea originario el músico. La crónica en Página 12 desde Lima completa entonces la trilogía klingenbergeriana (apocópese a 'klineriana') sobre este notable caso de supervivencia.

Full disclosure: conozco a VK desde ese lejano 1999 y si alguna razón existe para que este blog continúe tartamudeando es para ver si el autor consigue su rigurosa aprobación post tras post. La Klingenberger es, además, editora de Dedomedio, revista peruana. El arranque:

La proyección de una cortina roja como de teatro antiguo empieza a desteñirse, a envejecerse, a convertirse en hielo. La melodía de “Pubis Angelical” se cuela entre los alaridos. Tenemos miedo, pero quizá no más que el que está detrás del écran. A las 9.30 de la noche, los amplificadores nos golpean el pecho. La tela cae. Charly está de espaldas al público. El instante es fotografiado por miles de camaritas amateur. El vicio de congelar lo imposible. De reojo y con media sonrisa, García camina hacia aquello que siempre lo ha protegido: su piano. La noche anterior prometió, mala señal, un concierto con “efectos especiales”. Verlo ahora tan normal en el piano es, en cambio, un buen augurio: quizás en este cacareado regreso que empieza hoy el espectáculo vuelva a ser la música.

Continúa aquí.

martes, 22 de septiembre de 2009

Todos amamos a Yo La Tengo

Sobre todo cuando saca un nuevo disco y resulta buenísimo. Pero, además, porque engríen a los fans. Como calentamiento previo al lanzamiento de Popular Songs, Yo La Tengo decidió sacar cinco clips -a razón de uno por semana empezando desde el 28 de julio- invitando a distintos directores para un trip visual con algunas canciones. Son pastillas estimulantes para la creatividad, aunque solo el último califique de vídeo en toda regla. A quién le importa. Aquí van:

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viernes, 18 de septiembre de 2009

La turba en campaña

El mundo de las campañas 2.0 es así: a algún iluminado se le ocurre una idea y se la comenta por chat a su yunta, quien lo celebra; éste a su vez se lo comenta a otro y, así, quizás en sesión tripartita y con risitas entrecortadas, entre todos se convencen de que el brillante chispazo puede ser una bola de nieve que convoque a decenas, centenas o miles de internautas. ¿El objetivo? Que la masa digital llame la atención de la prensa, consiga un titular, rebotes, más adeptos y, quién sabe, coronar el éxito con un cambio en el mundo real. El creativo suele ser entrevistado, tiene diez segundos de fama y el periodista concluirá su nota subrayando la cada vez más creciente importancia de las redes sociales en el mundo. "Sí pues", dice el público general, "la red lo es todo: 2.0 o muerte".

Y así se sucedieron algunas campañas 2.0: "Adopta un Congresista", la campaña pro Augusto Alvarez Rodrich a su salida de Peru21, la "Bandera a media asta" (que ya no recuerdo para qué era), Todos con Godoy (soporífera manifestación tribal de cierto sector periodístico) y hasta una Tuitertón pro los niños de Puno. Ya depende del lector hacer el balance: ¿cuál de todas ellas fue exitosa en producir un cambio? Quizás solo en sentido real la Tuitertón: hubo una recaudación tangible. Pero, ¿las demás? Aunque no hubo cambios -basta ver que la última entrada del blog "Adopta un Congresista" es de febrero de este año y terminó siendo un silo de bromas cada una peor que la otra- sí tuvieron éxito en otra cosa: en ser efectivas plataformas de publicidad para sus miembros más notorios. De nuevo, el esquema piramidal usando a la turba para beneficio de la elite.

Pero he ahí una habilidad que no todos tienen. Convocar y movilizar turbas 2.0 no es fácil. Hay algo de conocimiento, de brujería, de viveza y de suerte para que las cosas marchen como se sueñan. Suerte sin duda fue lo que le faltó a Franco Uribe, estudiante de sociología que convocó a través de Facebook una movilización contra Manuel Burga, presidente de la Federación Peruana de Fútbol. Así lo contaba Peru.com días antes de la marcha:

La cuenta en Facebook hasta el momento es un éxito, ya que ha logrado juntar a cerca de cinco mil peruano [sic], que reclaman cambios drásticos en nuestro balompié. Por si fuera poco, el joven promotor de la campaña también ha entrado en conversaciones con algunos jugadores de la Agremiación de Futbolistas, quienes también apoyarían la causa.

La causa concitó la atención también de Peru21 y El Comercio. Pero llegó el día y no sucedió nada. O muy poco: 30 personas. ¿Qué pasó, que pisó? Lo más probable es que la mayoría tuviese algo más importante que hacer ese día.

Pero más allá del fracaso, el episodio deja algunas lecciones. La más obvia: una cosa es el éxito en la red y otra el éxito en el mundo real. La segunda es más sutil: ¿cuál de los dos éxitos es relevante para la prensa? Más aún: ¿cuál de los dos éxitos es relevante para la publicidad? Y una más: ¿es suficiente 5,000 inscritos virtuales para sospechar que hay algo en el ambiente, una demanda insatisfecha, o unos -como dirían los politólogos- potenciales focos de conflicto que puedan asustar a un congresista, a un presidente de Federación o hasta al mismo Presidente?

Quizás el efecto sea más psicológico que otra cosa, un bluff en la mesa de póker. Cinco mil inscritos en una campaña virtual es como la maqueta, pero no el edificio; es decir, la promesa, pero no el efectivo cumplimiento de la palabra empeñada. ¿Hay espacio de maniobrabilidad y de negociación con palabras empeñadas a través de un mouse? Lo hay. Transformar la notoriedad de las campañas virtuales -desde las virales hasta las cívicas- en beneficios reales es una historia que todavía está por escribirse. Pero es una historia que hasta el momento le pertenece a la publicidad, no a la política. Tenga o no éxito una campaña en el mundo real, el éxito virtual -inflado a su vez por los medios tradicionales- no es un bolsón desdeñable ni poco aprovechable.

Hay un tema más, quizás más obvio, pero no menos importante: la justicia intrínseca a las campañas. ¿Era necesario el maleteo a los congresistas? ¿Tenía sentido protestar por el despido de un periodista? ¿Es Godoy el nuevo Hildebrandt? ¿Es Burga culpable de que Pizarro no meta gol? Quizás en una mesa redonda con personas inteligentes se lleguen a conclusiones muy distintas a aquéllas de las campañas. Pero el objetivo de éstas no es una mesa redonda. Es el contrario: servir de plataforma para tribunales del pueblo, interjecciones y adhesiones de sobremesa y leyendas urbanas. Una campaña moviliza emotividad, el tipo de emotividad que un publicista valoraría mucho. 

La última campaña notoria -rebotada por El Comercio- es una de Facebook a favor de Eva Bracamonte y Liliana Castro Manarelli, personajes envueltos en un misterioso crimen. La controversia que las rodea hace más claro que una campaña 2.0 es un terreno resbaloso, ambiguo, que favorece el mito -el tan mentado "jucio mediático"- y desdeña las razones. Pero si algo enseña esta campaña particular es que su dinámica ya está democratizada. Ya no es solo un grupo quien las produce: ahora todos tienen una razón -cívica o no- para hacer campaña.

Leyendo las noticias sobre el problema con la locación de la próxima Feria de Libro en Miraflores se me ocurrió que la historia sería un pretexto perfecto para campaña 2.0: agarrar de piñata al alcalde Masías, convocar adherentes, obtener rebotes en prensa y forzar el uso del Parque Kennedy para la Feria. Pero de nuevo las preguntas afloran: si la municipalidad teme a la turba 2.0 el objetivo se habrá cumplido. Pero si no: ¿quién entonces se beneficiaría por una campaña así? 

Actualizacion 19 de setiembre. Al parecer 30 es el número mágico. Según nota de El Comercio: "Plantón por Eva Bracamonte y Liliana Castro no congregó a más de 30 personas". Mi recomendación para futuras campañas 2.0 es la siguiente: desistan de llevarlas a la realidad. Es más vistoso decir que tienes 1,000, 2,000 o 3,000 inscritos en Facebook que hacer roche en la calle. Total, es casi como si fuese un apoyo real. 

 


jueves, 17 de septiembre de 2009

Noticias de Billy Corgan 2.0, otro que la ve


Noticia emocionante para los noventeros de corazón: Smashing Pumpkins -bueno, Billy Corgan- prepara otro álbum: Teargarden by Kaleidyscope. Como ha sucedido en el pasado, la incontinencia creativa de Corgan será también llamativa en este trabajo: 44 canciones. Pero lo interesante está aquí:

Mi deseo es lanzar una canción a la vez empezando alrededor del Halloween de este año, y hacerlo con cada una poco tiempo después hasta que las 44 estén publicadas. Cada canción estará disponible completamente gratis, a todos y en todas partes. No habrá compromisos de ningún tipo. Gratis significa gratis, lo que quiere decir que no tendrás que firmar por nada, ni dar ningún correo electrónico, ni nada por el estilo. Podrás ir a la web, tomar la canción o las canciones que quieras y cuantas veces quieras.
RS.

Es lo que escribe el Pumpkin en la web de la banda. Lo que no quiere decir que no haya negocio en los CDs. Corgan planea lanzar también EPs con las canciones por bocadillos y un Box Set al final del proceso que seguro los fans morirán por tener.

SP sigue así el camino abierto por Radiohead, aunque elevándose a la segunda potencia. Mientras tanto, por aquí, el disco de Líbido -que tuve muchas ganas de comprar cuando fui a la discotienda, pero me inhibí por el precio- está 54 soles y apenas disponible vía Torrent (1 seed). Tengo la impresión de que el intercambio del pop peruano en mp3 aún es medio lenteja. La variedad sigue estando en los puestitos pirata del polvos más cercano. Y con esto no estoy defendiendo la ilegalidad, sino intentando leer la realidad. Si uno está dispuesto a aceptar e hincarse ante la supremacía del mp3, entonces la nueva dinámica de la comunicación artista-fan es así: uno se baja el mp3 pirataza, lo escucha cuantas veces quiera y, si convence, luego se compra el CD. Son las reglas que Corgan parece querer jugar.

Mientras tanto, itunes ha empezado a vender álbumes virtuales en versiones más atractivas, de modo que la gente no se contente solo con los hits y olvide lo demás. Es un intento de rescatar el álbum como "forma" y de ganar dólares extra. Pero he visto reseñas sobre ellos en YouTube y francamente no me convencen en absoluto. ¿Fotos? ¿Minientrevistas? ¿Un arte más interactivo? Ya pues. Empezando por Wikipedia la información disponible de cada álbum -sobre todo si es clásico- es monstruosa. Así que con "información extra" no basta. Por otro lado, si se cree que lo único que salva al álbum como "forma" es su sentido de lo completo, cabría decir que tal completud es las más de las veces simplemente imaginada. En realidad, lo que salva al álbum es ser un objeto (vinilo, CD o, mi preferido, digipack). Pero, sobre todo, su sonido. Un AAC a 256kbps no pasa, pues, Mr. Jobs.

Sin embargo, eso de lanzar una canción a la vez y que el fan saboree cada una mientras van saliendo hasta completar todas, ¿no es acaso una mejor forma de escuchar un trabajo musical? Cuando Jonny Greenwood hablaba en favor del vinilo lo hacía subrayando una característica: el vinilo es también una metodología. Divide un álbum en dos y, por eso, la atención sobre él es más concentrada. Antes que nueva parafernalia lo que un fan requiere son nuevos rituales para escuchar mejor. La poca maniobrabilidad del vinilo forzaba una audición atenta. El completo control, en cambio, la dispersa.

SP y "Here Is No Why", una de mis favoritas

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Documento esencial: la creación del 'Artaud'

Me lo crucé de pura casualidad en YouTube: un programa llamado "Elepé" que le pasa revista a la creación de los discos más importantes del rock argentino (de boca de sus propios protagonistas como suele decirse). Uno de los capítulos -emitido en junio de este año- está dedicado al Artaud y en él hablan todos los involucrados, pero sobre todo, Luis Alberto Spinetta. Sus lecturas literarias, qué vivía en ese momento, cómo se grabó, cómo hacía las letras, cómo salió el arte de ese LP que no cabía en ninguna vitrina ni en ningún estante y hasta qué le parece el cover que hizo Cerati de 'Bajan'. Lo único que no hay es una disección más al detalle de 'A Starosta, el Idiota', una de mis canciones favoritas. Pero no importa. Está muy bueno. Aquí la introducción:



Los visitantes de este blog, inteligentes como pocos, sabrán encontrar las partes restantes del especial que dura alrededor de una hora. Por otro lado, el programa "Elepé" tiene episodios dedicados a otros discos, desde Rockas Vivas de Mateos hasta El amor después del amor de Páez, todos muy interesantes.

Pensando en el rock me pregunto: ¿cuántos discos peruanos merecerían tener especiales similares? Ya hay un documental de Los Saicos. Pero los ochentas peruanos me convencen muchísimo más que lo demás. ¿Cuáles son los discos esenciales del rock peruano?

lunes, 14 de septiembre de 2009

¡Qué bárbaro!


One simple indication of the difference in age and status of the two finalists: The 28-year-old Federer's guest box was full, with pals such as rock-star couple Gwen Stefani and Gavin Rossdale and Vogue editor Anna Wintour seated alongside Federer's parents, wife and agent. Only three of the 15 available seats were occupied in del Potro's box.
Washington Post

Delpo 3; Federer 2 en la final del US Open 2009

ACTUALIZACIÓN CULTURAL 16 de Set: La fanaticada se queja: ¿por qué casi no dejan hablar a Del Potro en castellano luego de ganar la final? La primera vez que lo pidió no le dieron bola. Insistió una segunda para hacerlo. Largo debate que la CBS, quien tuvo los derechos de transmisión, ya zanjó: la agenda estaba demasiado apretada, aunque al final sí lo hizo. La discusión aquí.



Please Please Me, remaster 2009


Y fui a Phantom, no a desmoronarme por el precio de 1000 soles por el set de trece discos de Los Beatles remasterizados en estéreo, sino para comprobar que felizmente también venden los discos por separado: S/. 59.90. Están todos, pero empecé con metodo ahorrativo por el primero. Imagino que cada mes iré aumentando la discografía, en calma y sin empachos.

La segunda grata sorpresa fue ver que estas versiones vienen en empaque tríptico de cartón imitación vinilo. Maravillosa presentación para los CDs que, si quieren aún mantener cierto encanto como objeto, deberían olvidarse del infame plástico transparente. Desde que desenvolví el disco el manoseo es constante, abriendo y cerrando y mirando cada detalle de las fotos y el texto. Es el efecto deseado.

Revisitar el Please Please Me (1963) debe ser una ociosidad sin nombre a estas alturas de la historia. Pero valga solo esta observación con ojos forzadamente frescos: el disco inaugural de los Beatles tiene la portada más fea de toda su discografia. La foto en vago contraluz no deja ver los rostros sonrientes que miran hacia abajo y la tipografía va a tres colores -amarillo, rojo y azul- que bailan con absoluta ilegibilidad sobre la imagen. Para mi gusto un desastre, considerando que la de With The Beatles, el LP siguiente, es un clásico de sobriedad.

Sobre el sonido ya varios reseñistas se han adelantado y no tengo ganas de contradecirlos: es espectacular. Hasta hace unos días, este disco solamente podía escucharse en todo su esplendor en vinilo, pero esta versión cae como un monolito para erradicar ese pasado. Quien sale ganando es Ringo Starr, cuya batería al fin suena con cuerpo y swing contagiantes. Pero también gana la historia: la intensa y ya mítica sesión de grabación de este LP realizada en menos de diez ahoras al fin revela sus apuradas cicatrices en las voces a veces cansadas, afónicas y llenas de carrasperas -en suma, suciamente rockeras- que la limpieza digital hace clarísimas, valga la contradicción. Como dijo alguna vez Paul: más alla de todo el éxito, lo que nadie puede dudar es que los Beatles armaron una pequena banda que sonaba de lo más bien cuando tocaban juntos.

Sobre lo mono o lo estéreo vale la pena detenerse. Pero para entenderlo mejor ayudará observar un momento la foto de arriba. Corresponde a una sesión de grabación de Los Beatles en Abbey Road de 1962, la que tuvo como resultado sus dos primeros singles: "Love Me Do" y "Please Please Me". En esa misma disposición se grabó el resto del primer disco unos meses después. La foto muestra dos micros de los cinco que se usaron en total, lo suficiente para captar las diversas tomas en una cinta de dos canales, lo que se usó en ese entonces. En un canal iban los instrumentos y, en el otro, las voces.

El sonido estéreo no era aún popular, así que el material grabado se trabajaba luego para lanzarlo en mono. Pero con dos canales disponibles ese sonido mono podía trabajarse mucho mejor, buscando balance y equilibrio entre las voces y los instrumentos. Por lo tanto, a pesar de que se lanzaron vinilos en estéreo del Please Please Me, la grabación en dos tracks -y la posibilidad del estéreo- tenía como real objetivo ganar un mayor control en la mezcla final. Es por eso que George Martin prefiere el mono al estéreo, que necesariamente tendrá las voces por un canal, y la batería y los demás instrumentos por el otro (salvo en "Boys", que es cantada por Starr). ¿Molesta al exquisito? Un poco, pero el cerebro es plástico: con el transcurrir de los minutos uno se acostumbra.

Pero si quedan dudas sobre ambos sonidos este disco ofrece la posibilidad de una comparación. Como se mencionó arriba, el single "Love Me Do" fue grabado con anterioridad. En su reverso estaba "PS I Love You". Aunque ambas canciones se grabaron de la misma manera, luego de realizados los másters en mono y lanzado el single, las cintas con dos tracks fueron desechadas. La pérdida fue irreparable y no hay otra manera de que aparezcan en este disco si no es en mono. ¿Cuál gana y cuál pierde? Yo me quedo con el estéreo: los arreglos se aprecian mucho mejor y la sensación espacial que da el estéreo hace imaginar a la banda tal cual se paró en el estudio, casi como una performance en vivo. La mezcla en mono oculta esos detalles: su objetivo es otro, a saber, crear una fantasía y un hit.

De todos modos, la separación del estéreo en el Please Please Me -que no ha sido remezclado y que conserva esa fatal desincronización de la armónica en el final de la canción "Please Please Me"- no es tan radical entre izquierda y derecha. La precariedad de la grabación hace que la batería de Ringo cuele muchas de sus frecuencias por el otro canal. Y las guitarras, dependiendo del corte, a veces muestran un buen balance entre ambos canales, estando en uno la guitarra principal y, en el otro, la guitarra acústica rasgueada captada por el micro que le corresponde a las voces. Un cambalache que no resultó tan mal.

Aprecio todas las canciones de este álbum que debo haber escuchado decenas de veces. Pero creo que me quedo con "Ask Me Why":


Un poema

Una fantasía

Te diré algo: todos los días muere gente.
Y es solo el comienzo.
Cada día, en funerarias, nacen nuevas viudas,
nuevos huérfanos. Se sientan con las manos cruzadas,
tratando de pensar qué hacer en esta nueva vida.

Luego van hacia el cementerio, algunos de ellos
por primera vez.
Le tienen pánico al llanto,
y, a veces, a no llorar. Alguien se acerca,
les dice qué hacer después, lo que quizás signifique
decir algunas palabras, quizás lanzar un puñado de tierra
sobre la tumba abierta.

Luego todos van de regreso a la casa,
que de pronto se llena de visitantes.
La viuda se sienta en el sofá, muy digna,
de manera que la gente hace fila para acercarse,
a veces toman su mano, a veces la abrazan.
Ella encuentra algo que decirle a todos,
les agradece, les agradece por venir.

En su corazón le gustaría que todos se largaran.
Querría estar de regreso en el cementerio,
o en la habitación del enfermo en el hospital. Ella sabe
que no es posible. Pero es su única esperanza,
el deseo de ir hacia atrás. Y solo un poco,
no tanto como hasta el matrimonio,
hasta el primer beso.

Louise Glück (1990)


Traducción fallida del blogger. Original aquí.

jueves, 10 de septiembre de 2009

En vez de fútbol, tenis

El fútbol es un deporte que embalsa mucha tensión. Puede no pasar nada por largos minutos al punto del bostezo y de pronto la llegada del gol supone una liberación que se expresa con gritos y festejos tribales. El tenis, en cambio, es distinto: es una sucesión constante y rápida de tensiones y liberaciones. Treinta segundos de juego de raquetazos y réplicas es una eternidad. Y las liberaciones se expresan no tanto con gritos, pero con suspiros. Oh. Ah.

Prefiero el tenis como entretenimiento justamente porque es más entretenido. Hay mayor variedad de momentos pico y de drama. En estos días ando enganchado con el US Open, el último Grand Slam del año, que se acerca a su tramo final. He seguido la decepción de Roddick, eliminado rápidamente; la golondrina de un verano -y de más de dos metros- Isner; la adolescente que quiso, pero no pudo, Oudin; el partidazo entre el chileno González y el francés Tsonga. He seguido también a Federer, pero me cae mal. Eso sí, es el mejor vestido sobre la cancha. También es el mejor del mundo y probablemente, según se dice, de la historia.

Este post es solo para compartir unos links tenísticos con noticias algo pintorescas. Todos del NY Times:

Sobre Federer. Si se piensa que el suizo siempre fue esta máquina medio inexpresiva que contesta todo en la cancha, pues se estaría en un error. Hubo un tiempo en que Federer no solo no ganaba, sino que procesaba muy mal las derrotas: picón como pocos, llorón y bien malcriado. Todo un blogstar local.

¿Por qué algunos jugadores, antes de servir, piden tres bolas, escogen dos y botan una? Este ritual, que por la circunspección con la que se realiza parece provenir del ojo clínico de la experiencia, es en realidad más cabalístico que otra cosa. Se piensa que las bolas más jugadas están más gastadas, lo que las haría más lentas. Pero el cambio de bolas es tan rápido que no hay prueba científica que sustente esos pequeños engreimientos.

"Dentro por un píxel". El Replay Challenge se ha vuelto ya un clásico del tenis de los Grand Slams. En el US Open, apenas un jugador lo pide para retar la decisión de un juez, el público empieza a aplaudir rítmicamente hasta que el misterio se resuelve en la pantalla gigante con la repetición en 3D. Hoy una bola de Del Potro estuvo fuera, según se vio, por casi un píxel. Perfección ridícula. Sin embargo, se dice que este sistema es lo mejor que la ha pasado al tenis en los últimos tiempos. Aliviana las discusiones sobre decisiones controversiales y hace que todos se concentren más en el juego. Sin duda.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Una entrevista a Jonny Greenwood de Radiohead


Me he tomado el trabajo de traducir una entrevista del periodista y crítico Sasha Frere-Jones (New Yorker) a Jonny Greenwood de Radiohead acerca de los mp3s y la calidad de sonido de la música. Es realmente interesante. La preocupación de Frere-Jones sobre qué cosa significa escuchar música hoy en día lo ha llevado a postear una serie de entradas que propiciarán en el melómano algunos pensamientos meta que, se espera, lo lleven a entender mejor su afición. A mí me parece un gran tema, aunque probablemente a la mayoría le produzca un gran bostezo. Este blog no ha sido ajeno a los temas musicales y hasta ha pensado en olvidar y eludir cualquier otro de urgente actualidad para solo encerrarse en ese mundo. Quizás lo haga.

Pude haber simplemente linkeado el post, pero me he dado cuenta de que la gente se muestra muy reacia a leer links, sobre todo si vienen en otro idioma. Una reciente experiencia con un grupo de estudio en el que varios de sus miembros mostraban mucha dificultad para leer textos en inglés también llamó mi atención. A pesar de que el inglés flota entre nosotros a diario en la vida cotidiana -desde el cable hasta los tics refraneros y seudoglamorosos del blogstar- al parecer no se practica, tal como si se desconociera que practicándolo se mejora.

Por otro lado, me encanta traducir. Sin ser un as ni en inglés ni en castellano me fascina esa dinámica de trasponer sentidos y significados. Así que escribir este post también ha tenido su cuota de placer. Los errores, si los hubiera, son míos. Para los más enterados, remitirse por favor al original.

SASHA FRERE-JONES: ¿Son los mp3 un medio satisfactorio para tu música?

JONNY GREENWOOD: A mí me suenan bien. Incluso ayudan agregándole punche a algunas grabaciones. Escuchamos mucho hip-hop de los noventa durante nuestro último álbum, todo en mp3, todo via AirTunes. Sonaban muy bien, a pesar de toda la tecnología metida en medio. Los mp3s pierden en comparación con un CD, digamos, de un cuarteto de cuerdas, pero hay que tomar en cuenta que su objetivo realmente no es ése.

SFJ: ¿Escuchan a sus fans hablar sobre fidelidad de audio?

JG: Nos llegaron algunas quejas acerca de que los MP3s de nuestro último disco no estaban codificados con un rate suficientemente alto [nota del traductor: 160kbps]. Algunos incluso sugirieron que debimos usar FLAC. Pero si sabes lo que es un FLAC, y no tienes una buena opinión del formato, es porque ya te ahogaste en el mundo de la alta fidelidad y probablemente has gastado demasiado dinero en los soportes de tus parlantes.

SFJ: ¿Crees que alguno de la generación MP3 -10 a 25 años de edad- busca una experiencia de más alta calidad?

JG: No. Eso viene después. Son los treintañeros -hombres- los que husmean en las tiendas de artículos hi-fi, los que discuten sobre la pureza de la señal, cables libres de oxígeno y FLACs. Lo sé, porque casi fui uno de ellos.

SFJ: ¿Qué piensas sobre los distintos formatos de audio?

JG: La calidad del sonido es importante. Me sentiría frustrado si no pudiésemos lanzar CDs como una banda. Y, sin embargo, solo cuesta sacrificar un poco la calidad de sonido para obtener la conveniencia del mp3. Es como terminar aceptando el siseo de un cassette. Yo era feliz usando cassettes cuando tenía quince, pero estoy seguro de que eran vistos con desprecio en su momento por los audiófilos. Si estoy en un tren con audífonos, los MP3s son geniales. En casa, prefiero CDs o vinilos, en parte porque suenan un poco mejor en ambientes silenciosos y en parte porque son finitos en longitud y son cosas separadas, muy distinto de los interminables días y días de música almacenada en mi laptop.

SFJ: ¿Graban distinto ahora sabiendo que el resultado final probablemente será un MP3?

JG: No, pero fue interesante comprobar cómo algunos tracks soportaban la conversión a MP3 mejor que otros. En ningún caso fue malo.

SFJ: ¿Cuáles aspectos de la era MP3 son los más que te gustan? ¿Cuáles te digustan?

JG: El lado malo es que las personas están motivándose a conseguir mucho más música de la que pueden escuchar prestándole total atención. La gente tiene MP3s de todos los discos de Miles Davis, pero nunca pensarán en escuchar dos de ellos seguidos. Simplemente hay demasiado que repasar. Estás pensando: "tengo Sketches of Spain y Bitches Brew, ok, pongamos eso mientras termino de escribir este e-mail". Esa abundancia puede lanzar cualquier música al nivel de música de fondo, de mueble.

SFG: Respuesta estilo libre aquí. Inyecta cualquier pensamiento relevante o candente.

JG: Este asunto de la calidad de sonido me parece al mismo tiempo fascinante y ridículo. Es como la resolución de pixeles en las cámaras digitales. Los números más altos son mejores, pero esa discusión siempre aparta a un lado, de alguna manera, la fotografía en sí.

Greenwood da en el clavo con varios temas. Cada formato de audio tiene su momento y su espacio. Si estás esperando en el consultorio del dentista un MP3 te puede mantener muy bien enterado del último disco de Cerati. Pero, ¿qué tipo de experiencia será? ¿Será esa experiencia una realmente fiel? Es decir, ¿un crítico X debería sustentar sus opiniones a partir de un MP3?

A pesar de que el MP3 sale bien parado en el balance de Greenwood hay el reconocimiento de una diferencia: un CD no es igual a un MP3. En otras palabras, la fidelidad -ese concepto gaseoso y hasta quizás metafísico- sí importa. Pero, ¿de qué consiste esa diferencia? ¿Qué información se está perdiendo? ¿La información del "placer"? ¿La información de las intenciones artísticas de grabación y mezcla? ¿La experiencia que convierte un ruido en un "evento musical"? ¿Qué significa para el ser humano experimentar un evento musical?

Por otro lado, el MP3 es muy superior al cassette. La relación de ambos formatos no es antojadiza. El cassette es pariente anterior y muy cercano del mp3 en cuanto a su portabilidad, su facilidad para la copia y su alta facilidad para ser prestado y compartido. El "mixtape" idiosincrásico de antes se ha vuelto la norma hoy para escuchar música popular.

Como bien dice Greenwood hay algo de ridículo en el tema de la fidelidad. Pero, a la vez, hay algo de ridículo en el crítico de cine que quiere ver películas en su formato original, algo de ridículo en el lector que odia los libros electrónicos, algo de ridículo en el guitarrista que compra un instrumento de miles de dólares para terminar encerrado en un mp3, algo de ridículo en leer poemas, algo de ridículo en entregarse al ocio creativo cuando hay tantas personas que necesitan ayuda de vida o muerte. Hay algo bien ridículo en el amor.

Cuando Radiohead lanzó su disco In Rainbows en 160kbps me decepcioné. Esperaba al menos 192. Esta idiotez de lorna musical se vio reparada -y confirmada- para mi placer cuando compré el CD: fue otra experiencia. Ripeé el disco luego a 320 y esa es ahora mi versión portátil.

Hoy es 09-09-09. El día del lanzamiento -como seguro ya se sabe- de todo el catálogo completo de Los Beatles en versiones finalmente remasterizadas. Según las notas que he leído el lanzamiento ha sido todo un evento. Y, es curioso, porque es un evento comercial motivado llanamente por la calidad del sonido. ¿Alguien ripearía esos discos para escucharlos en su ipod? ¿A cuántos kbps mínimo? En esta nota del New York Times se termina con una reflexión medio en broma, medio en serio: la próxima parada en esta vida eterna de las grabaciones de los Beatles será el Blu-Ray o lo 5.1. De nunca acabar.





lunes, 7 de septiembre de 2009

Sangrecitas con migraña

Leí el manifiesto terapéutico anti-blogstar de Roberto Cuba, ex rostro alegre conductor de Telúrica, programa bandera producido por Inventarte. Dice algo que, a estas alturas, ya se está transformando en conocimiento común en la blogósfera: si los blogs se plantean como alternativa, ¿cómo así los blogstars se han convertido en corifeos del periodismo tradicional? ¿Cómo así uno de ellos, apenas pudo, chapó su ticket a la televisión analógica? El link me llegó por el GCC. 

Me encantaría pensar que el movimiento antiblogstar -que no es otro que el de desnudar las fisuras o grietas de su rollo- empieza a tener más adeptos. Pero soy escéptico. Los seguidores de los blogstars son fans y, como fans, simplemente no piensan. Así como el vacilón de la adolescencia 2.0 es intentar ser el primero en comentar un post, el vacilón de los sobones de blogstars es esperar a que les caiga alguito de fama. Pero, ¿les cae? 

Una prueba de que el seguidor de blogstar no piensa -o sea, que es un mico funcional- es que se jura el floro de que aquel político que no maneja bien las herramientas 2.0 está fregado. Pobres almas, prestando atención a la forma y no al fondo, a la envoltura y no al contenido. ¿De verdad creen que entenderán un plan de gobierno por Twitter? ¿Qué clase de imbéciles son? 

En épocas del fujimorismo lo mediáticamente eficiente era hacer cumbia, poner bailarinas en un estrado y hacer como si se estuviera conectado con el pueblo con movimiento de caderas que desafiaban el pudor propio. No está mal ser un as de la propaganda, pero la propaganda no tiene moral. Hace justamente eso: propagandea, publicita, dora la píldora, apunta al eslógan y al discurso godoyiano de taxi. Para sociedades como la nuestra en donde un Aldo Miyashiro puede ser un líder de opinión, Twitter y Facebook son la cumbia de hoy para ciertos sectores. Del Baile del Chino al "Pío Pío".

Los políticos son mañosos y saben que el gesto vale más que la inteligencia. Si Aurelio Pastor tuitea, sabe que se ganará un titular por ahí y que los micos agitarán la cola en señal de aprobación. Al menos con eso ya tiene unos días de calma. ¿Dime que herramienta usas y te diré quién eres? Exactamente eso cree el mico.

La web es magnífica para hacer las cosas más transparentes, but mark my words and mark them well (carijos, me salió el blogstar que llevo adentro): el que no quiere hacer su trabajo más transparente pues simplemente no lo hará. Aquí hay una dimensión ética que escapa a cualquier herramienta 2.0 o 3.0 o morsa.0. El político mañoso ya sabe lo que tiene que hacer en los meses que vienen: enturbiar la red con ataques, anónimos, bloggers rentados, campañas sospechosas y virales de escándalo. Así como los micos apanan a la Señora Ley por un caso que aún ni siquiera se investiga -porque, dignos hijos de comercial de Fredemo, les encanta hacer pila sobre cualquier cabeza-, así sabe el político mañoso que seguirán cualquier maní que les lancen: titular asegurado.






sábado, 5 de septiembre de 2009

¿Y qué onda con Cerati?


El mes pasado cumplió 50 años redondos, pero el síndrome Dorian Gray lo tiene en la voz y en la soltura de la muñeca. Su línea de ropa es un éxito -aunque solo para hombres, el músico es estandarte de lo cool para un público unisex- y hace unos días lanzó un disco más, Fuerza Natural. Gustavo Cerati tuvo vida después de Soda Stéreo y, desde cierto ángulo, superó el peso del mauseleo que él mismo ayudó a construir. Soda ya es nostalgia, pero el apellido Cerati navega con calma en el s.XXI, sin mayor competencia y sin que nadie discuta mucho si sigue vigente o no.

Entonces, al grano: ¿cómo está su Fuerza Natural? Primero el contexto. Con este disco, Cerati empata, al menos cuantitativamente, la producción que tuvo con Soda: 72 tracks con la banda, 70 solo (si los cálculos no me fallan e, importante dato, sin tomar en cuenta el precioso soundtrack electrónico +Bien). Lo cualitativo aún anima algunos debates ociosos que siguen la ruta de otros dinosaurios clásicos con pasados ilustres: McCartney, se dice, jamás superó a los Beatles; Sting tampoco a The Police; ni Morrissey a The Smiths. Cerati, en ese linaje fatalista, tampoco superaría a Soda.

Mi percepción es algo distinta. Aprecio el catálogo de Cerati solista porque nunca intentó hacer lo mismo que con su grupo. El sonido deliberadamente subproducido de Amor Amarillo convirtió al argentino en un ente autosuficiente, con un rollo quizás más intimista -una canción a su hija- y asentándose, de paso, como un guitar hero latinoamericano. En contraste, Bocanada (1999) fue una cima creativa que parecía poner toda la carne en el asador y en la que tentaba, además, algunas líneas de trascendencia finisecular (como al cantar 'pequeño Cristo 3D' en "Verbo Carne"). No fue un disco para las masas -su gira jamás llegó a Lima- y, aunque sus medios tiempos y su producción al milímetro lo hacían admirable, también lastraron el disco con un aire gélido, casi impersonal. El ícono pop buscaba ser artista a secas, pero en el proceso algo se perdía en el camino. Siempre es hoy no hizo mucho por mejorar las cosas. Fue más accesible, sin duda, pero la electrónica no hizo la comunicación más directa con el público: en vivo, las canciones del Siempre es hoy se difuminaban sin mayor resistencia y hasta casi bordear el aburrimiento. Un gran set de canciones, pero no para una gira.

Ahí vamos (2006) fue un cambio radical. No solo Cerati aceptaba sin mayores culpas que la forma abiertamente pop era la suya, sino que una guitarra más protagónica contrapesaba su impecable voz de tenor que, aunque afinadísima, nunca fue impositivamente masculina. Acercándose a la cincuentena, Cerati dio con una receta casi perfecta: creíble como rockero, sin par como compositor, y con la espontaneidad a flor de piel como para arriesgarse con baladas tópicas de las que hacen encender celulares como cirios en concierto. Su presentación en Lima fue fantástica. El gran nivel de Ahí vamos hizo y hace ver toda su producción anterior bajo otra luz. 

Con los antecedentes, entonces, se podría decir que Fuerza Natural es una maceta o remanso en el camino abierto por Ahí vamos. La guitarra está más oculta, la voz flota entre efectos soñadores -muchos reverbs y delays- y la producción inunda cada canción de detalles cuyas intenciones se van descubriendo y comprendiendo con cada escuchada. Las revoluciones han bajado -salvo en "Deja Vu", quizás el único track hecho para romperla en vivo y primer single del álbum- y son notorios un par de tracks, en la primera mitad del disco, que se prestan una imaginería folk a la Traveling Wilburys ("Amor sin rodeos" y "Tracción a sangre"). No hay pierde con las trece canciones en un disco largo de casi una hora de duración, pero los saltos hacia lo realmente memorable son pocos: "Fuerza Natural" y sus citas a "Puente"; el épico solo arpegiado de "Magia"; el tempo vernacular de "Cactus"; y "Sal", un concentrado de toda su biografía musical y una de sus mejores baladas.

¿Cuatro o cinco estrellas? Muy rápido para decirlo. Pero los fans de Cerati no se decepcionarán un ápice (aunque sí preocupa pensar en una versión en vivo sin muchas aceleraciones). Los demás pueden entrar advertidos de que el ex Soda Stéreo sigue en lo mismo: soltando canciones con una facilidad casi diabólica, cantando con un timbre de voz por el que no ha pasado el tiempo, citándose a sí mismo cuantas veces sea necesario (¿no es "He visto a Lucy", el remate beatlesco del disco, un outtake del Amor Amarillo?) y despidiendo la arrogancia del que, a estas alturas de su vida, no puede fallar. Y, desde ese punto de vista, Fuerza Natural es un clásico en toda la extensión de la palabra.

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Este mundo es caníbal: todo el disco puede hallarse online en YouTube. Aquí posteo el alfa y el omega, el inicio y el final.



martes, 1 de septiembre de 2009

El triste oficio de defender lo indefendible

Cuando un periodista es atacado sorpresivamente por la vía legal, la reacción solidaria del gremio dibuja algunos escenarios extraños. El caso Magaly polarizó opiniones, pero no pocos vieron en su sentencia un peligro para el futuro ejercicio de la libre expresión. Por lo tanto, fue necesario defender el particular filón de su oficio por más que algunos lo detestaran. La onda volteriana de "defender con la muerte el derecho que otros tienen de decir cosas con las que no estamos de acuerdo" a veces suena a exageración. Porque la verdad es que podríamos vivir mejor sin Magaly y sin la magalización. Aunque de arranque, y dada la enfermiza relatividad de los tiempos, se piense que nadie puede decidir qué cosa es mejor que otra, no estaría mal que recuperásemos la siguiente pregunta: ¿existe algún criterio objetivo para medir esa utilidad, para armar un menú menos nocivo de nuestros consumos periodísticos? Por cierto, la objetividad de hoy puede ser la arbitrariedad de mañana, pero eso no quiere decir que no tengamos algunos faros que nos indiquen qué es un buen vivir entre noticias e información, faros que van más allá de la legalidad.

El caso del periodista José Alejandro Godoy es similar. La denuncia de Jorge Mufarech también despertó una solidaridad dominó entre varios blogs locales y algunos periodistas que tienen una muy buena relación con ellos. Esta solidaridad tuvo un efecto beatífico: el denunciado se volvió un mártir e, ipso facto, su trabajo público impecable. Pero la vistosa y breve campaña "Todos con Godoy" ocultó un escenario más real: cómo varios blogs, desde hace mucho, le señalan a Godoy resbalones, conclusiones ilógicas, mentiras y una impresionante capacidad perica de repetir lo que otros dicen. Es decir, hay algunos blogs que consideran su trabajo llanamente irrelevante. La apoteosis de tal lectura llegó con César Hildebrandt en su programa de TV: "profesor Ciruela" y "niñato" fueron los adjetivos que el periodista profesional le endilgó al periodista blogger, uno que seguramente pensaba que la blogósfera ya había llegado a su mayoría de edad como generadora de buen periodismo. El escueleo no obtuvo respuesta del escueleado, pero el episodio tuvo el mérito de hacernos ver que CH, en parte, no hizo más que decir en voz alta lo que en la blogósfera se ha venido escribiendo desde meses o años atrás. Es más, CH leyó, como remate de su monólogo a Godoy, un texto salido de la blogósfera. Aunque las discusiones intrablogs rara vez lleguen al mainstream -lo de CH fue algo absolutamente excepcional- lo importante es entender que los blogs tiene sus propios mecanismos de profilaxis, de desinfección gradual de sus contenidos, de detección del grano y la paja. Al igual que Magaly, Godoy no es unánime y hubo quienes tuvieron que solidarizarse con él literalmente tapándose la nariz.

El último caso es el ya conocido de Laura Bozzo y su intempestiva salida de un canal estatal ecuatoriano por orden del presidente Correa. Aunque muchos piensen que el Sr. Correa detectó bien y a tiempo la porquería, la decisión también tiene una lectura que invita a suspicacias. Fernando Vivas sugiere que en el destemplado grito de Correa podría coexistir la tentación del poderoso de saltarse instancias estatales de regulación -que no deberían tener a un presidente como crítico de contenidos llanamente porque no es un especialista en el tema- con las ganas de difuminar los límites entre la TV estatal y la TV abierta. Nuevamente, uno percibe que el gremio ya se pone en sus marcas frente a la eventual necesidad de tener que defender a la Bozzo si es que algo le sucede en un escenario distinto. 

¿Qué enseñan los tres casos anteriores? Quizás lo más evidente es que los ejercicios fronterizos de la libertad de expresión y del periodismo (Magaly, Godoy, Bozzo) se vuelven caballos de troya que los poderosos pueden usar como excusa para cruzar la raya e invadir lugares que no les corresponde. La "solidaridad" de los colegas suena bien al inicio, pero borra los matices y las controversias, polariza a tal punto que deja a los críticos con solo un binomio como respuesta (¿a favor o en contra?), y hace olvidar todas aquellas discusiones anteriores donde ningún implicado era santo o beato.

Retomo, entonces, la pregunta del primer párrafo. Buscar criterios para armar un mejor menú de los consumos periodísticos en cualquier medio (TV, radio, diarios o blogs) no solo es una cuestión de aristocracias del buen gusto. Es importante buscarlos porque deja menos espacios de maniobrabilidad a los que usan el poder para controlar, aplastar y homogenizar. Los poderosos son cazadores de excusas para llevar agua a su molino. Por lo tanto, es necesario que los dueños de medios calibren contenidos más allá de la popularidad. Es necesario que los consumidores -donde incluyo a los críticos- exijan o piteen cuando ven que algo no les gusta. Es necesario que las oficinas de prensa de los medios expliquen los porqués de sus cambios de programación o de contenido, si los hubiera, o hagan explícitas sus políticas. 

Ciertos "prosumidores" en la blogósfera van intentando tales acciones desde hace un tiempo. Algunos piensan que es manía u ojeriza de un grupo hacia otro. Nada de eso. Es un ejercicio indispensable, aunque se realice precariamente: discriminar entre mejores o peores contenidos, y señalarlos públicamente, vuelve la blogósfera más plural, más informada y más democrática. No solo es un servicio hacia el otro -finalmente, es para el otro que se escribe- sino que también evita que por las estupideces de uno paguen pato todos. La blogósfera no es una sola y depende de los propios bloggers que se haga muy explícita esa verdad.








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