El fútbol es un deporte que embalsa mucha tensión. Puede no pasar nada por largos minutos al punto del bostezo y de pronto la llegada del gol supone una liberación que se expresa con gritos y festejos tribales. El tenis, en cambio, es distinto: es una sucesión constante y rápida de tensiones y liberaciones. Treinta segundos de juego de raquetazos y réplicas es una eternidad. Y las liberaciones se expresan no tanto con gritos, pero con suspiros. Oh. Ah.
Prefiero el tenis como entretenimiento justamente porque es más entretenido. Hay mayor variedad de momentos pico y de drama. En estos días ando enganchado con el US Open, el último Grand Slam del año, que se acerca a su tramo final. He seguido la decepción de Roddick, eliminado rápidamente; la golondrina de un verano -y de más de dos metros- Isner; la adolescente que quiso, pero no pudo, Oudin; el partidazo entre el chileno González y el francés Tsonga. He seguido también a Federer, pero me cae mal. Eso sí, es el mejor vestido sobre la cancha. También es el mejor del mundo y probablemente, según se dice, de la historia.
Este post es solo para compartir unos links tenísticos con noticias algo pintorescas. Todos del NY Times:
Sobre Federer. Si se piensa que el suizo siempre fue esta máquina medio inexpresiva que contesta todo en la cancha, pues se estaría en un error. Hubo un tiempo en que Federer no solo no ganaba, sino que procesaba muy mal las derrotas: picón como pocos, llorón y bien malcriado. Todo un blogstar local.
¿Por qué algunos jugadores, antes de servir, piden tres bolas, escogen dos y botan una? Este ritual, que por la circunspección con la que se realiza parece provenir del ojo clínico de la experiencia, es en realidad más cabalístico que otra cosa. Se piensa que las bolas más jugadas están más gastadas, lo que las haría más lentas. Pero el cambio de bolas es tan rápido que no hay prueba científica que sustente esos pequeños engreimientos.
"Dentro por un píxel". El Replay Challenge se ha vuelto ya un clásico del tenis de los Grand Slams. En el US Open, apenas un jugador lo pide para retar la decisión de un juez, el público empieza a aplaudir rítmicamente hasta que el misterio se resuelve en la pantalla gigante con la repetición en 3D. Hoy una bola de Del Potro estuvo fuera, según se vio, por casi un píxel. Perfección ridícula. Sin embargo, se dice que este sistema es lo mejor que la ha pasado al tenis en los últimos tiempos. Aliviana las discusiones sobre decisiones controversiales y hace que todos se concentren más en el juego. Sin duda.
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jueves, 10 de septiembre de 2009
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