La mejor crónica sobre el retorno de entre los muertos en Lima de Charly García -ídolo argentino-, salió en Radar de Página 12 -medio argentino-, pero la escribió Verónica Klingenberger -periodista peruana. No encontrarán en ella las zalamerías de rigor del autoinvestido simple mortal cuando describe al ser del Olimpo. Tampoco el setlist, ni la palabra 'genio'.
El vínculo Klingenberger-García es una extraña parábola -matemáticamente hablando- que empezó en Cusco en una entrevista para Caretas en el lejano 1999 y continuó meses después en Buenos Aires con un encuentro tan casual que pareció salido de la dimensión desconocida, ámbito del que quizás sea originario el músico. La crónica en Página 12 desde Lima completa entonces la trilogía klingenbergeriana (apocópese a 'klineriana') sobre este notable caso de supervivencia.
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Full disclosure: conozco a VK desde ese lejano 1999 y si alguna razón existe para que este blog continúe tartamudeando es para ver si el autor consigue su rigurosa aprobación post tras post. La Klingenberger es, además, editora de Dedomedio, revista peruana. El arranque:
La proyección de una cortina roja como de teatro antiguo empieza a desteñirse, a envejecerse, a convertirse en hielo. La melodía de “Pubis Angelical” se cuela entre los alaridos. Tenemos miedo, pero quizá no más que el que está detrás del écran. A las 9.30 de la noche, los amplificadores nos golpean el pecho. La tela cae. Charly está de espaldas al público. El instante es fotografiado por miles de camaritas amateur. El vicio de congelar lo imposible. De reojo y con media sonrisa, García camina hacia aquello que siempre lo ha protegido: su piano. La noche anterior prometió, mala señal, un concierto con “efectos especiales”. Verlo ahora tan normal en el piano es, en cambio, un buen augurio: quizás en este cacareado regreso que empieza hoy el espectáculo vuelva a ser la música.