El mes pasado cumplió 50 años redondos, pero el síndrome Dorian Gray lo tiene en la voz y en la soltura de la muñeca. Su línea de ropa es un éxito -aunque solo para hombres, el músico es estandarte de lo cool para un público unisex- y hace unos días lanzó un disco más, Fuerza Natural. Gustavo Cerati tuvo vida después de Soda Stéreo y, desde cierto ángulo, superó el peso del mauseleo que él mismo ayudó a construir. Soda ya es nostalgia, pero el apellido Cerati navega con calma en el s.XXI, sin mayor competencia y sin que nadie discuta mucho si sigue vigente o no.
Entonces, al grano: ¿cómo está su Fuerza Natural? Primero el contexto. Con este disco, Cerati empata, al menos cuantitativamente, la producción que tuvo con Soda: 72 tracks con la banda, 70 solo (si los cálculos no me fallan e, importante dato, sin tomar en cuenta el precioso soundtrack electrónico +Bien). Lo cualitativo aún anima algunos debates ociosos que siguen la ruta de otros dinosaurios clásicos con pasados ilustres: McCartney, se dice, jamás superó a los Beatles; Sting tampoco a The Police; ni Morrissey a The Smiths. Cerati, en ese linaje fatalista, tampoco superaría a Soda.
Mi percepción es algo distinta. Aprecio el catálogo de Cerati solista porque nunca intentó hacer lo mismo que con su grupo. El sonido deliberadamente subproducido de Amor Amarillo convirtió al argentino en un ente autosuficiente, con un rollo quizás más intimista -una canción a su hija- y asentándose, de paso, como un guitar hero latinoamericano. En contraste, Bocanada (1999) fue una cima creativa que parecía poner toda la carne en el asador y en la que tentaba, además, algunas líneas de trascendencia finisecular (como al cantar 'pequeño Cristo 3D' en "Verbo Carne"). No fue un disco para las masas -su gira jamás llegó a Lima- y, aunque sus medios tiempos y su producción al milímetro lo hacían admirable, también lastraron el disco con un aire gélido, casi impersonal. El ícono pop buscaba ser artista a secas, pero en el proceso algo se perdía en el camino. Siempre es hoy no hizo mucho por mejorar las cosas. Fue más accesible, sin duda, pero la electrónica no hizo la comunicación más directa con el público: en vivo, las canciones del Siempre es hoy se difuminaban sin mayor resistencia y hasta casi bordear el aburrimiento. Un gran set de canciones, pero no para una gira.
Ahí vamos (2006) fue un cambio radical. No solo Cerati aceptaba sin mayores culpas que la forma abiertamente pop era la suya, sino que una guitarra más protagónica contrapesaba su impecable voz de tenor que, aunque afinadísima, nunca fue impositivamente masculina. Acercándose a la cincuentena, Cerati dio con una receta casi perfecta: creíble como rockero, sin par como compositor, y con la espontaneidad a flor de piel como para arriesgarse con baladas tópicas de las que hacen encender celulares como cirios en concierto. Su presentación en Lima fue fantástica. El gran nivel de Ahí vamos hizo y hace ver toda su producción anterior bajo otra luz.
Con los antecedentes, entonces, se podría decir que Fuerza Natural es una maceta o remanso en el camino abierto por Ahí vamos. La guitarra está más oculta, la voz flota entre efectos soñadores -muchos reverbs y delays- y la producción inunda cada canción de detalles cuyas intenciones se van descubriendo y comprendiendo con cada escuchada. Las revoluciones han bajado -salvo en "Deja Vu", quizás el único track hecho para romperla en vivo y primer single del álbum- y son notorios un par de tracks, en la primera mitad del disco, que se prestan una imaginería folk a la Traveling Wilburys ("Amor sin rodeos" y "Tracción a sangre"). No hay pierde con las trece canciones en un disco largo de casi una hora de duración, pero los saltos hacia lo realmente memorable son pocos: "Fuerza Natural" y sus citas a "Puente"; el épico solo arpegiado de "Magia"; el tempo vernacular de "Cactus"; y "Sal", un concentrado de toda su biografía musical y una de sus mejores baladas.
¿Cuatro o cinco estrellas? Muy rápido para decirlo. Pero los fans de Cerati no se decepcionarán un ápice (aunque sí preocupa pensar en una versión en vivo sin muchas aceleraciones). Los demás pueden entrar advertidos de que el ex Soda Stéreo sigue en lo mismo: soltando canciones con una facilidad casi diabólica, cantando con un timbre de voz por el que no ha pasado el tiempo, citándose a sí mismo cuantas veces sea necesario (¿no es "He visto a Lucy", el remate beatlesco del disco, un outtake del Amor Amarillo?) y despidiendo la arrogancia del que, a estas alturas de su vida, no puede fallar. Y, desde ese punto de vista, Fuerza Natural es un clásico en toda la extensión de la palabra.
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Este mundo es caníbal: todo el disco puede hallarse online en YouTube. Aquí posteo el alfa y el omega, el inicio y el final.