La gente aún sigue esperando la gran marcha, la gran "calle", que haga reaccionar al gobierno. Pero ese despertar no da signos de asomar. Lo que sí tenemos, por lo pronto, son manifestaciones focalizadas de hostilidad y desprecio hacia el presidente como las vistas en el Congreso el 28 de julio durante el discurso; o aquella espontánea en el hipódromo contra, aparentemente, Dina Boluarte y la esposa de Castillo. Es un camino. Todo miembro del ejecutivo debe sentir esa hostilidad, completamente protegida por la legalidad y la libertad de expresión. Aceptar sin más el asalto es deshumanizarnos. Esperemos que el invierno no nos enfríe el corazón.
*texto originalmente de Instagram: laguirrec