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sábado, 8 de octubre de 2022

La ideología de género de Putin

Recientemente, todos pudimos observar cómo Putin anexó de manera ilegítima cuatro territorios de Ucrania a Rusia. En una ceremonia delirante, Putin justificó la anexión como parte de una batalla existencial de su país contra Occidente. Para muchos, el discurso resultó inusualmente agresivo. Según lo informado por el New York Times, Putin acusó a Estados Unidos de liderar un "sistema neocolonial" y ejercer una hegemonía profundamente "totalitaria y despótica". ¿Realmente alguien con sentido común podría creer que Estados Unidos es un estado totalitario y que Rusia bajo el mandato de Putin es un abanderado de la libertad? Por supuesto que no.

Pero Putin no se detuvo allí. Agregó que la represión a la libertad por parte de Estados Unidos está tomando ribetes de "religión invertida" o "satanismo". Esta es una antigua idea que tiene siglos de antigüedad. Durante mucho tiempo se creyó que el diablo extendía su maldad presentándose como una parodia de la cristiandad para engañar a los incautos. En su discurso, Putin dio a esta vieja superstición (en Rusia, la mayoría es cristiana) un giro moderno. Denunció que "los valores liberales de Occidente en temas como la identidad de género" están llevando a la "negación del ser humano”.

¿Suenan familiares estas últimas afirmaciones? Por supuesto que sí. Es el mismo tipo de crítica que grupos conservadores hacen aquí en Perú, y en muchos otros países de Occidente, contra la llamada "ideología de género" defendida por grupos de izquierda. Pero no solo proviene de ellos. Esta crítica también ha sido expresada por una larga lista de científicos serios y académicos que sostienen que la negación de la biología y la naturaleza humana está llevando a conclusiones absurdas sobre la identidad, el género y el sexo. ¿Es que acaso todos ellos se han vuelto extremistas como Putin?

Putin no es tonto. Dado el enorme fracaso de su guerra de agresión genuinamente imperialista y fascista, comprende que es necesario preparar un discurso que pinte a Occidente como el diablo para avivar el campo de batalla de la propaganda. Para lograr un mayor efecto, se aferra a temas controvertidos originados en Occidente, con la esperanza de causar confusión o simpatía dentro y fuera de su país. En resumen, es una cortina de humo. A Putin no le importa en absoluto la libertad. Pero tampoco le importa la discusión sobre la negación de la naturaleza humana. Sabe que está en apuros políticos y las palabras le salen gratis.

Sin embargo, el oportunismo de Putin no niega el hecho de que la ideología de género sea un asunto real y sumamente conflictivo en Occidente. No es cierto, como afirman aquellos que dicen defender la inclusión de las minorías, que hablar de la "ideología de género" sea un acto discriminatorio en sí mismo. No es verdad que se haya llegado científicamente al consenso de que el "género" —sería mejor hablar de "sexo"— es una "construcción social", de modo que la "identidad de género" subjetiva pueda o deba prevalecer sobre la objetividad del sexo biológico. Si hay un consenso, es que el sexo está profundamente arraigado en la biología. ¿Por qué no habría de estarlo? ¿Son los ojos una construcción social o una realidad biológica? ¿Qué pasa con el funcionamiento del páncreas? ¿Y qué del efecto de la vacuna contra el covid-19 en nuestras células?

Hoy mismo la discusión sobre la ideología de género en el primer mundo es sumamente áspera y real, sobre todo en universidades de prestigio. Tan dura es la discusión que el activismo que la defiende ha pretendido que especialistas denominados "gender-critical" sean silenciados o cancelados. ¿La razón? Simplemente afirmar que el sexo es biológico y mostrar su desacuerdo con la idea de que una mujer trans sea una mujer. Muchas de estas voces críticas no son ultraconservadoras: son feministas de izquierda que buscan defender los espacios ganados por las mujeres. Como aquí se suele creer mucho en lo que dice The Economist, comprobarán que todo lo anterior no es un invento leyendo la muy buena nota "A backlash against gender ideology is starting in universities" de junio del 2021. En el primer mundo no existe ningún problema en llamar "ideología de género" a la ideología de género. Aquí, en cambio, hacerlo es condenarse a ser etiquetado de misógino, homofóbico o transfóbico.

Si la discusión sobre el género, el sexo y las ideologías quedase contenida dentro de las paredes de un salón universitario, todo quedaría en lo anecdótico. Pero la ideología de género tiene consecuencias reales en el mundo real. Ser consecuente con los axiomas de la ideología de género afecta la vida de miles de personas.

Una de las extravagancias más notorias de la ideología de género en el último año ha sido permitir que hombres biológicos (mujeres trans) compitan en categorías deportivas exclusivas para mujeres biológicas. Todos vimos cómo la nadadora Lia Thomas (un hombre biológico) se convirtió de la noche a la mañana en una sensación en su disciplina en los Estados Unidos. Como hombre, era un perfecto desconocido. Así, una consecuencia real de la adopción subjetiva de una identidad de género es la exclusión de las mujeres del mapa deportivo, y solo de las mujeres. Es poco probable que veamos a un hombre trans (una mujer biológica) competir en una categoría masculina.

También es una consecuencia real en el mundo real que la famosa escritora J.K. Rowling, creadora de Harry Potter, haya sido objeto de una infame persecución por expresar prácticamente lo mismo que causó tanto escozor en las congresistas Flor Pablo y Susel Paredes, en un gran aviso azul afuera del Congreso: que la diferencia entre los sexos tiene sus raíces en la biología y que, por lo tanto, una mujer trans no es una mujer. Rowling está muy lejos de ser una fascista o extremista. Como novelista es una persona muy cuidadosa con las palabras. Además, es una personalidad empática con las personas trans y, sin embargo, nada de eso le sirvió como defensa frente a las hordas de fanáticos del transactivismo que la inundaron de insultos y amenazas en las redes sociales.

Pero lo más dramático del discurso de la ideología de género es cómo puede afectar la vida de menores de edad. Es terrible ver cómo en algunas clínicas se facilita que adolescentes mujeres se sometan a una doble mastectomía o se les engañe diciendo que los efectos de las inyecciones de testosterona recetadas para "transicionar" en hombres son reversibles o inocuas. Sin mencionar que algunas mujeres trans (hombres biológicos) creen que es apropiado hablar con niños sobre identidades sexuales (o sobre su propia identidad sexual y sus deseos). Los adultos son libres y pueden hablar de todo entre ellos, pero ¿qué pasa con los niños?

Todo lo anterior se discute ampliamente en Occidente, ese que Putin condena, pero que algunas personas pasmadas de izquierda y muchas personas de buen corazón prefieren ignorar para evitar ser consideradas homofóbicas o transfóbicas. Quisiera pensar que esta miopía es un caso de contagio social y no de oportunismo político. Sin embargo, que algunos grupos de izquierda instrumentalicen a niños y adolescentes para incomodar a las derechas no es algo que deba sorprender. ¿O estamos ante un caso de búsqueda de recursos estatales para difundir el extraño mensaje de que la magia existe? He aquí la magia de la ideología de género: la materia es ilusoria y, por lo tanto, todo es una construcción social. Así, mujeres pueden ser hombres y viceversa. Lo que comienza en una clase de literatura posmoderna en una universidad puede convertirse en una verdad de manual en un colegio. ¿Es hacia allí donde nos dirigimos?

Una misma evidencia puede ser insumo de diferentes narrativas. Hagamos un breve repaso de ellas. Putin puede utilizar su rechazo a la ideología de género como parte de una absurda justificación política para anexar cuatro territorios que no pertenecen a Rusia. Por otro lado, algunos grupos conservadores peruanos consideran necesario activar una alarma sobre la ideología de género desde una perspectiva cristiana de la humanidad, en línea con la tradición de creencias mayoritarias en Perú. ¿Choca esta narrativa con la idea de un estado laico consagrada en la constitución? Esa es una buena pregunta.

En otro lugar del debate, J.K. Rowling y una larga lista de especialistas señalan sus desacuerdos con visiones muy ideologizadas sobre el sexo y el género dentro de una narrativa que lucha con justicia por los derechos de las mujeres. Estas personas autodenominadas “gender-critical“ o “críticas del género” no quieren que las mujeres sean marginadas nuevamente por una ideología sumamente cuestionable y contraria al sentido común. Ninguna de las críticas de estos personajes ha disminuido un ápice la empatía y el respeto que las minorías sexuales o personas trans merecen y que son una cuestión de justicia.

Finalmente, otros (me incluyo principalmente en este grupo) piensan que no se deben elaborar políticas públicas, especialmente aquellas que afecten a los niños, basadas en mentiras, medias verdades o en medio de una tormenta política donde no hay consenso alguno. 

Es evidente que la lucha contra la ideología de género es el origen de diversas narrativas, algunas de ellas muy cuestionables o reprobables (como la de Putin). Sin embargo, estar de acuerdo con la parte no implica estar de acuerdo con el todo. Una narrativa no es verdadera solo por existir como tal. Debe ser puesta a prueba. Las coincidencias existentes son secundarias. Lo principal es simplemente decir la verdad.


martes, 4 de octubre de 2022

"Velocidad de los jardines” de Eloy Tizón

Según la presentación de la excelente editorial Páginas de Espuma, Velocidad de los jardines de Eloy Tizón (1964) es uno de los mejores libros españoles de cuentos de los últimos veinticinco años. Me dejé seducir por la publicidad y decidí lanzarme a su lectura. 

Las primeras páginas de esta reedición conmemorativa son muy prometedoras. Tizón nos presenta un magnífico prólogo autobiográfico titulado "Zoótropo", en el que relata su formación como escritor a principios de los años ochenta y sus esfuerzos por encontrar su propia voz. El zoótropo no es un animal, sino un pequeño aparato óptico que surgió cuando el cine estaba en pañales. Este aparato funciona como una metáfora de la ficción según la concepción de Tizón: un arte de la memoria, del efecto del tiempo en la subjetividad.

El prólogo resulta bastante peculiar porque está escrito en segunda persona, tanto en singular como en plural. Esta forma de escritura busca crear una suerte de prosa íntima y emotiva. En este prólogo, Tizón se pregunta si acaso lo que escribe son cuentos, "anticuentos" o "poemas en prosa", poniendo en duda el género en el que se enmarca su libro. Para el autor, lo central no está en los eventos que se narran, sino en las marcas e impresiones que deja lo narrado. La prosa madura del prólogo no es exactamente la misma que la del libro, que Tizón publicó en 1992, cuando tenía veintiocho años.

Al descartar el camino de las narraciones convencionales, el libro presenta sobre todo una sensibilidad. Tizón como narrador es profundamente nostálgico, alguien que en plena juventud se siente viejo escribiendo su "primer último libro". El relato que da título al volumen aparece al final, pero sirve como entrada al universo de Tizón. Se trata del recuerdo fragmentado de la educación secundaria de un narrador adulto a los dieciséis años. La narración pasa revista a los amigos, profesores, exámenes, cursos, manías, amores y sorpresas. Abundan las enumeraciones. Aparece una sugerencia de un hilo narrativo con la evocación de Olivia Reyes, la chica más bella del salón, pero es solo un pretexto para un exquisito despliegue de nostalgia sentimental. El lenguaje no es juvenil: es cuidado, literario, denso, muy meditado. La "velocidad" del título es una clara referencia al cruel paso del tiempo y "los jardines", sospecho, una metáfora de los huertos cerrados de una adolescencia feliz, pero sobreprotegida.

Tizón explora terrenos emocionales similares en los relatos "La vida intermitente” y "Familia, desierto, teatro, casa”. En el primero, dos adolescentes buscan el amor mientras enfrentan la muerte, mientras que en el segundo, se presenta una historia de amor entre estudiantes de secundaria que incluye guiños al relato fantástico de horror. En ambos cuentos, los narradores miran constantemente hacia atrás en el tiempo, redescubren un pasado que consideran una "vida perfecta", y convierten la adolescencia en una etapa muy significativa, a pesar de su trivialidad.

En el libro hay textos escurridizos —acaso mucho más literarios— como el homenaje a Nabokov en “Carta a Nabokov”, un relato escrito en segunda persona. Otro ejemplo es “Escenas en un picnic”, con aires decadentistas, donde un sensible adolescente se despide de su hermana, probablemente inspirado por el tema incestuoso de “El sonido y la furia” de William Faulkner. Estos textos son tan preciosistas van más allá de ser simples ejercicios de estilo, y se convierten en paradas necesarias que completan el universo literario del autor. 

"En cualquier lugar del Atlas" es el relato más convencional y conectado con la actualidad de su época. Trata sobre migrantes y refugiados en Madrid, combinando elementos del relato de detectives —los personajes principales buscan desesperadamente a una joven polaca desaparecida— con un toque de fantasía extravagante. En mi opinión, es el relato más sólidamente construido desde un punto de vista narrativo. Sin embargo, para Tizón, el mejor relato es "Villa Borghese" (tal como lo expresa en el prólogo), una historia con un clima mórbido que describe el encuentro entre un músico español y una joven madre desquiciada en el gran parque romano, como si fueran personajes de la película italiana homónima de los años cincuenta.

En Velocidad de los jardines, Tizón cultiva, sobre todo, la belleza, aun a costa de sacrificar lo narrativo en algunas ocasiones. Algunos podrían clasificarlo como un libro lírico. No estarían equivocados.


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