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sábado, 4 de diciembre de 2010

Sangrecitas Gamarra

¿Dónde estabas tú? Me enteré de que algo raro sucedía en Gamarra no por la red sino por la llamada de alguien cercano que estaba a un par de cuadras del Banco Continental. Revisé Twitter y, en efecto, un par de tuits -eran muy pocos a esa hora- hablaban de un asalto.

Twitter y el rebote maníaco. En este caso en particular solo muy pocos tenían información novedosa. Por lo general, en Twitter la gente tiene manía por el RT de lo mismo. Es como tener un placa de rayos X de la viralidad: el rebote suele ir acompañado de un comentario que es grasa informativa o un paulatino incremento del asombro. La viralidad no solo contagia información, también hincha y exagera los ánimos.

El caso de @SoloPedrito: Este esforzado tuitero empezó a publicar algunas fotos desde el arranque. Todo bien con la intención, pero las tomas eran muy malas. Una vez que las cámaras de TV llegaron al lugar de los hechos -en cuestión de minutos- su información se volvió irrelevante. Sin embargo, logró ser entrevistado por Rosa María Palacios en Prensa Libre en el programa de la noche. La entrevista no tuvo el peso del periodismo, sino de un gaseoso RT.

Información contradictoria. Casi por default, y al ver que en Twitter se decían cosas muy dispares, me volqué hacia mi testigo clave gamarrero que podía actualizarme sobre lo que sucedía a los alrededores. Pero la noticia no era tanto qué sucedía con los comerciantes, sino lo que sucedía dentro del banco. Imposible saberlo siendo solo un "periodista ciudadano". Al cabo de una hora todos los medios ya tenían acceso a la policía y la información oficial configuró mejor -en apariencia- el escenario real. A la luz de esta experiencia, es claro que "periodista ciudadano" es solo un eufemismo para "mirón". Y a los mirones los evacuaron rápidamente.

Más información contradictoria. Los medios (me refiero a los tradicionales) no la tuvieron fácil para conseguir información precisa. El número de rehenes osciló entre 6 y 30. Los trascendidos hablaban de una bomba, la petición de un helicóptero y avanzada la tarde, de una embarazada de rehén. Nadie mencionó a niños, sino hasta la noche, es decir, cuando los vieron salir rescatados del banco. Algunos periodistas jugaron con la noción de estar "ocultando información" para "no perturbar la estrategia de la policía", pero más verosímil suena pensar que no tenían idea de lo que pasaba adentro.

El rescate. El rescate no se vio en vivo, sino en diferido. Las impresionantes tomas de Panamericana Televisión no daba para muchos comentarios, solo para observar y esperar que todo saliera bien. El rescate en sí, sin embargo, también tuvo información contradictoria: primero se dijo que el secuestrador se entregó; luego que fue abatido por un francotirador que de afuera disparó hacia adentro. Se pudo ver la bomba en el cuerpo del delincuente, pero no se supo que era falsa. Luego se dijo que el secuestrador murió al instante. Hasta el momento los detalles del operativo no siguen siendo muy claros.

Y el Twitter siguió tuiteando. Uno de los aspectos más llamativos (léase inútiles) del twitter es ver cómo se empiezan análisis y comentarios a partir de información no confirmada. Filosofías enteras pueden caber dentro de 140cc, sobre todo si son dichas con la solemnidad impostada de quienes se creen líderes de opinión. Personalmente tengo debilidad por fisgonear en estas conversaciones que no informan nada, pero que revelan mucho de las psicologías y personalidades que pululan en la tuitósfera. Para cada desubicado siempre existirá alguien que corrija, aunque para un lector no participante solo sea otro desubicado más. El proceso se modificará a los minutos, cuando se descubre que la discusión era tonta porque la información no era correcta. Una vez que la tensión de los eventos pasa, empieza el otro fenómeno tuitero: empezar a intercambiar chistes o frases ingeniosas. Aquí el RT y los TRUE son las herramientas del darwinismo pequeñito en la competencia por llamar la atención. Quién sabe, quizás te entrevisten en el programa de la noche.

Moraleja. Nuevamente me voy con la incómoda sensación de que las redes sociales solo son confiables cuando uno cuenta estrictamente lo que le está pasando. Solo uno puede ser el mejor testigo de lo que le sucede. Pero hasta ahí no más se llega. Intentar ser un mirón con visión de rayos X no funciona. No se pueden contar personas a dos cuadras. No se puede inferir información de la cara de un policía. Los datos no se perciben oliendo el aire. La verdad es que, de modo muy egoísta, la información más relevante para mí en esas primeras horas tensas de la tarde cuando aún no se sabía mucho era que mi fuente gamarrera se pusiera a buen recaudo -temor de una balacera- y que volviera a casa lo más rápidamente posible. De eso sí estuve bien informado.

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