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miércoles, 9 de octubre de 2019

Vargas Llosa y los semianalfabetos

Alguna tirria ha causado que Mario Vargas Llosa se refiera al Congreso disuelto como un grupo de pillos y "semianalfabetos". Las susceptibilidades heridas se explican porque nadie es un (semi) analfabeto porque lo desea, sino por falta de oportunidades (en el Perú el porcentaje de analfabetos es del 6% aproximadamente). Como la indignación siempre es a alto volumen, el paternalismo hacia el analfabeto rápidamente deviene elogio al analfabeto, para rematar triunfalmente en un desprecio a los hombres de letras. Leer is overrated. Tampoco hay que exagerar. Ningún miembro del Congreso disuelto tuvo falta de oportunidades. No es mucho pedir un esfuerzo extra para cumplir labores parlamentarias que incluyen, por cierto, leer bien y con calma.

Se podría ver el tema de otro ángulo. Ser un cascarrabias con los "semianalfabetos" implica al mismo tiempo apreciar al lector. Leer no es poca cosa. En buena cuenta significa meterse en la cabeza de otras personas y descubrir sus ideas sin necesidad de conversar directamente con ellas. Por eso podemos leer a los muertos. Además, leer es un gesto de humildad: expresa que mi experiencia personal es insuficiente para dar cuenta del mundo. Los alfabetizados tienen una increíble habilidad a su disposición.

Pero centenas o miles de libros leídos son inútiles, claro, si se lee de mala fe. No tiene mayor sentido ser un brillante usuario de la lógica, un experto en detectar sofismas, o un sutil argumentador si es que el objetivo final no es la búsqueda de la verdad. La mayoría de personas racionaliza, es decir, escoge aquellos argumentos que apoyan sus ideas preconcebidas. Es lo normal y lo que nos ayuda a sobrevivir. Pero leer para buscar la verdad es cosa de una minoría. Esa minoría es la que va a contracorriente, la que no teme dar vuelta en U, la que admite que puede equivocarse. Creo que Vargas Llosa es parte de ese grupo.


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