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sábado, 23 de febrero de 2008

El momentum del plagio


Barack Obama, candidato demócrata en primarias, tiene hoy por hoy el momentum. Una definición de momentum según los medios norteamericanos es: el candidato que gana una elección es aquel que se ve y siente como ganador (frente a la opinión pública). La idea es que el momentum es contagioso e influyente y que puede voltear la torta en una elección, como una marea que va y viene. La sincronía perfecta entre momentum y día de elección definitoria produciría entonces un triunfo concreto y resonante. En el Perú el concepto tuvo dos fraseos en la última campaña. Ambos se complementaban: "votar a ganador" y rehuir el "voto perdido". En EEUU el momentum está siendo definido por estas primarias seriadas. En el Perú el momentum es definido por las encuestas.

Pero tener el momentum implica ser premiado con algunos golpes bajos. Hace pocos días, desde la tienda de Hillary Clinton, acusaciones de plagio salieron disparadas directamente a la línea de flotación del rival Obama. Frases de uno de sus últimos discursos guardaban semejanzas con aquellas dichas por uno de sus amigos, el gobernador Deval Patricks en el 2006. Paradójicamente el texto plagiado hacía referencia al poder de las palabras en medio de una campaña política, eso que Obama, para sus seguidores, hace tan bien y que lo ha convertido en una figura inspiracional, pero que para sus opositores solo es la fachada retórica de una total falta de ideas (1) y el síntoma de la inexperiencia:

No me digas que las palabras no importan. "Yo tengo un sueño", ¿son solo palabras? "Sostenemos que estas verdades son manifiestas: que todos los hombres son creados iguales", ¿son solo palabras? "No le debemos tener miedo a nada, salvo al miedo mismo", ¿son solo palabras, discursos? (2)


M. L. King, Jefferson y F.D. Roosevelt convocados en un párrafo y en una coyuntura que busca ser también clave e histórica. La jugada de Clinton no fue poco inteligente, aunque quizás sí poco oportuna: si Obama está en una situación expectante por sus habilidades como orador, por ser un palabreador original, ¿no es acaso relevante señalar que sus palabras no son suyas, sino copiadas? Pero el momentum también te da un chaleco blindado. Patricks -el plagiado, el que reunió las citas-homenaje en un giro dramático- desestimó la acusación: Obama y él siempre conversan y le urgió a usar sus mismas palabras en caso lo siguieran atacando. Los cargos rebotaron al instante.

Una lectura mezquina de la acusación entendería que el misil del plagio de Clinton iba también dirigido al recuerdo de Martin Luther King, mentor espiritual de Obama y con quien últimamente se lo ha comparado mucho, al punto que no pocos -sobre todo los votantes mayores- temen un atentado contra su vida. King también fue acusado de plagio. Mejor dicho: King fue un plagiario.

En 1991 la Universidad de Boston confirmó con total imparcialidad que King plagió secciones de su tesis de doctorado en 1955 en esa misma universidad. La comisión encargada del caso no encontró razones para retirarle póstumamente el grado, pero sí consideró necesario adjuntar una nota explicatoria en una copia oficial del texto. Desde entonces, la actividad plagiaria de King ha sido puesta aún más al descubierto: no solo plagió en 1955, también lo hizo antes cuando era adolescente, y lo siguió haciendo con mucha frecuencia después, incluso con el célebre discurso "I have a dream", citado por Obama. Theodore Pappas -hoy en la Enciclopedia Británica- compendió los plagios en un libro algo oscuro, pero escrito -si cabe la expresión para un investigador que cubre un plagio- en buena onda: Plagiarism and The Culture War : The Writings of Martin Luther King, Jr, and Other Prominent Americans.

Algunas preguntas saltan al instante. ¿Es necesario exhumar los plagios de una figura pública tan reverenciada? ¿Cómo resolver la contradicción de un hito social hecho con palabras en gran parte prestadas? ¿Es King un fraude?

El caso fue lo suficientemente serio para que el New York Times -un año antes de las conclusiones académicas de la Universidad de Boston- le dedicara un excelente editorial en 199o. Ayuda a resolver el nudo ético. En tanto que la academia es lenta para constatar hechos, el periodismo es rápido con los reflejos anímicos:

But however just it may be to denounce his scholarship, that should not be confused with his leadership. Whether or not, as a student, he wrote what he wrote, Dr. King did what he did. (...) What the world honors when it honors Dr. King is his tenacity on behalf of racial justice -- tenacity equally against gradualism and against violence. He and many with him pushed Americans down the long road to racial justice. That achievement glows unchallenged through the present shadow. Martin Luther King's courage was not copied; and there was no plagiarism in his power.

Hacer la distinción entre actividad intelectual y liderazgo es similar a hacerla entre "fondo y forma". Es verdad, las palabras no fueron originales, pero políticamente existió una manera de decirlas y, además, un contexto en el que cobraron un sentido distinto y quizás más crucial. Es decir, en el escenario de los gestos políticos hay un momentum para el plagio en el que el plagio desaparece e inventa un texto completamente nuevo. Le sucedió a King y le acaba de suceder a Obama.

Lo que nos lleva a creerle a Pierre Menard, o sea, a tomarlo literalmente, sin ironías de por medio: "Todo hombre debe ser capaz de todas las ideas". Me trago ese sapo sin problemas.

Un buen momentum desde el minuto 5




(1) Darle una ojeada a "The Obama Delusion", columna de Robert J. Samuelson en el Washington Post

(2) Versión original:
“Don’t tell me words don’t matter. ‘I have a dream.’ Just words? ‘We hold these truths to be self-evident that all men are created equal.’ Just words? ‘We have nothing to fear but fear itself.’ Just words? Just speeches?”

(3) Y le sucedió también a Osama Bin Laden, quien plagió un poema en un momento de tétrica victoria. Leer la historia aquí.



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