Casi escribo esto en un comment en la página de El Morsa, pero iba a salir excesivamente largo. Además, el tema tiene varias aristas. El caso es el siguiente: la renuncia de Beto Ortiz a Peru21 y su negativa a seguir escribiendo su columna "mientras sigas [Augusto Alvarez Rodrich] publicándole artículos a Umberto Jara." Como AAR no aceptó las condiciones de esa muy evidente pataleta, Roberto Bustamante concluyó:
"Yo alucinaba (ilusamente, la verdad) una actitud más democrática y abierta de Augusto Álvarez Ródrich. Sería la voz que otros columnistas y los dibujantes consecuentes de Otorongo se pronuncien."
Esto ya debe parecer un ping pong medio fastidioso, pero Mr. Morsa y yo vivimos casi en las antípodas de las ideologías y el pensamiento. Él opina A y yo W. Pero retrucar, creo, ayuda un poco a definir posiciones. Finalmente, su blog es muy leído y seguramente muchas personas piensan como él.
Así que empiezo. Roberto: el que no es democrático no es AAR, es Beto Ortiz. ¿Por qué? Porque el simple acto de pedir que no se le permita a alguien la publicación de un texto, un testimonio, o de lo que sea, bajo el argumento de la incalificación moral es pensar con el látigo de la censura y la inquisición en una mano. Más allá de que hacerle tal petición a un director cruza bastante la línea de los cargos y la jerarquía de un medio, no entender que lo que el lector busca es tener distintas versiones de una misma historia ya es de por sí bastante antiperiodístico. Ortiz hace chanfle dos veces. No suelo pensar como Augusto Alvarez Rodrich, pero en este caso su respuesta está muy bien.
Esta arista particular del tema me interesa por una razón. Porque últimamente se ha estado haciendo excesivo hincapié en el supuesto autoritarismo a lo Fujimori del gobierno, por un lado, y en el resurgimiento de supuestas prácticas discriminatorias que los nuevos aires apitucados de nuestro acharolado y rutilante grado de inversión nos están dando. Los dedos acusadores saltan por todos lados. Pero, lamentablemente, creo, donde no existen. La opinión del Morsa es un ejemplo, que resumo como: "es antidemocrático no hacerle caso a Beto Ortiz y propiciar su renuncia por una petición justa: dar de baja a Umberto Jara, el fujimorista". Pero hay más.
Ejemplo 1: José Alejandro Godoy resalta la "censura" de la que es objeto supuestamente César Hildebrandt por no conseguir un sitio en la televisión abierta (pero que sí lo tiene en prensa escrita y en la radio). Silvio Rendón ponía en cuarentena esta línea de apreciación -no necesariamente respondiendo a JAG- con justa razón: CH debe ser el periodista censurado que más espacio tiene en los medios en un país vertical y gradualmente fascista, como él mismo, el periodista, lo denomina. Ya me imagino la réplica del otro lado: si no lo ves y no piensas como yo es porque estás coludido con un gobierno fascista. Bueno, la pone bien difícil porque con tantos cambios de opinión es complicado pensar como él.
Ejemplo dos, algo rebuscado, pero igual de interesante. El siempre combativo Alfredo Vanini discutió el tema del racismo en un comment del blog de Martín Tanaka y citó una columna de Federico Salazar en La República publicada ayer. Era sobre el caso -que ha sido pasado por alto por muchos- de "un decreto por el que las mujeres pueden incorporarse como socias a clubes exclusivos", según escribe Salazar. Vanini dice:
¿Los cambios sociales han sido sustantivos y han influido sobre las mentalidades? Puede ser. Yo no lo creo. Es nuestra discrepancia pues. Y es un honor discrepar con usted. Pero le doy un ejemplo fresquito: fíjese en los artículos aparecidos acerca del Decreto que manda a los clubes sociales aceptar mujeres. Lea las reacciones de Mario Ghibelini en Somos ayer y de Federico Salázar en La República hoy. ¿Le parece que esas reacciones son aisladas? ¿No le parece que son el síntoma de un pensamiento que tiene su matriz en los años 50?
No fue el mejor tratado -injustamente- por el público lector de "Rajes del oficio I" y MVLL dijo que no lo leía, pero lo de Salazar -que tiene el buen monotema de la libertad en nuestra vida cotidiana- da en el clavo: "El Presidente no respeta las diferencias. Les ha dicho a los clubes: opinan como yo, o mando a disolverlos." Exacto. Pero como es aparentemente democrático firmar un decreto que obliga a la democracia -en un sitio donde el Gobierno no tiene por qué meter su idea de la democracia-, los que usualmente acusan, esta vez prefieren no hacerlo. Aquí no hay pensamiento con matriz en los 50: aquí básicamente se trata de tolerar a los que no piensan igual que uno, idea que no viene de los cincuenta, por cierto, sino de muchos años atrás. Replicar con autoritarismo lo discriminatorio -por más bienintencionado que sea, aunque esta idea ya sea bastante perversa- es morderse la cola: te censuro fujimorista, te censuro Club Regatas, te censuro dueño de casita pintada de blanco en Asia, te censuro emo, te censuro a ti que hablas inglés, etc. y la escalada no se detendrá hasta que, oh desgracia nuestra, lo afectado sea nuestras propias convicciones. Es el velasquismo revisitado y para quienes quieran tener una versión fresquísima, brillante y notablemente bien escrita de estos mecanismos mentales recomiendo leer "Un millón de soles" de Jorge Eduardo Benavides, la mejor novela del 2007 y unas de las mejores novelas peruanas que yo haya leído.
OK. Hora de parar el skate que ya estamos en bajada. Y para eso volvamos a Beto: porque Beto será antidemocrático en su petición, pero sobre Umberto Jara yo me pongo los chimpunes en su reclamo. Ese es el otro lado del problema.
Hay muchos peros en el pasado de Jara -y uno de ellos no es haberse mochado la "H" de su nombre de pila- y sobre los cuales me parece que él ha aceptado su responsabilidad. Pero tambíén hay muchos peros en su presente. Por ejemplo: ¿qué significó para él publicar Historia de dos aventureros, la biografía no autorizada del matrimonio Toledo-Karp? Me lo pregunto porque, en Caretas, él escribió lo siguiente:
El mamotreto [un libro de Pichilingüe] fue presentado a la editorial Norma. La movida tenía una lógica: si Norma publicaba un libro que cuestionaba de manera brutal tanto al autor como al contenido del libro que escribí “Ojo por ojo, la verdadera historia del Grupo Colina” (2003), entonces judicialmente podían presentar el argumento bajo este criterio: el libro “Ojo por ojo” contiene una endeble investigación, tanto así que la misma editorial publica un libro que lo cuestiona; en consecuencia, debe desestimarse su presentación como prueba tanto en el proceso seguido contra los cabecillas del Grupo Colina como en el que se iniciaría a Fujimori.
La editorial rechazó el texto por su explícito contenido difamatorio y porque esos ataques delictivos incluían a diversos personajes de la política nacional. La evidencia de que se trató de un ardid fujimorista se encuentra en una nota de protesta que publicó el diario La Razón bajo el título “Editorial Norma veta libro del segundo del Grupo Colina”. Digamos que dejar huellas es una especialidad de esta gente desde la matanza de Barrios Altos.
El largo pasaje me parece interesante porque Historia de dos aventureros no fue publicado por Norma tampoco. Y por ninguna editorial. Y lo dejo ahí, porque si seguimos el razonamiento de Jara la conclusión no es muy buena para él.
Por otro lado, las virtudes especulativas del periodista, que me parecían buenas en un inicio, de pronto se me aparecieron con un gran signo te interrogación cuando leí "Secretos del túnel", libro del 2007. Ahí Jara dice, no sé si distraídamente, lo siguiente:
Lo curioso entre Fujimori y Cerpa es que ambos pertenecen al mismo signo zodiacal, Leo, que suele imponer, a quienes están en su designio, la peligrosa tenacidad de un orgullo férreo. Ese rasgo compartido los hizo actuar con la misma empecinada tozudez de la cual era imposible salir con un acuerdo gobernado por la razón.
Obviamente esa explicación es ridícula. Y más ridículo sonaría en un juicio. ¿Cómo valorar entonces la presentación de Jara en el juicio actual a Fujimori, tan llena de respuestas esquivas, incompletas y exasperadas sobre su primer libro "Ojo por ojo"? Para mí el interrogatorio del que ha sido objeto es fascinante por lo siguiente: porque nunca había visto un libro sometido a tal nivel de escrutinio, de lectura palabra por palabra, de análisis puntilloso y jodido con un lector puntillosísimo como el hiperliteral Nakasaki. Y en esa batería de preguntas Jara, la verdad, no ha quedado muy bien. Y, lamentablemente, decirlo no es muy antifujimorista para los tiempos que vivimos. ¿Investigación endeble? A veces parecía que sí (para mi propio horror, por supuesto, porque Jara es un cronista endemonidamente bueno). Pero eso no debe hacernos perder de vista que lo insustituíble, lo que cae como piedrazo de evidencia en la cara, es el testimonio en vídeo de Martin Rivas. Es curioso como parece hasta innecesario el libro cuando confrontamos las dos versiones totalmente opuestas de ese asesino. Los jueces decidirán.
Así que por todo lo anterior entiendo a Beto Ortiz y, sí, me parece que un comentario como el suyo era lo que algunos estábamos esperando. ¡Pero no así! No haciendo lo mismo que otros hicieron con los que opinan distinto: solicitando que no hablen, callándolos o mandándolos al hoyo sin fin de la eterna condena. Porque cuando nos toca el asunto no es de broma. Le acaba de pasar a un ex emerretista que pagó con cárcel sus delitos y que ha vuelto a ella por opinar estando en un sitio en el que supuestamente no debía estar . Le está pasando a Melissa Patiño por lo mismo. Está bien leer entre líneas, discutir y retrucar. Está mal, creo, lanzar el guadañazo sin juicio de por medio y pedir la muerte pública de las personas, aunque esas personas nos produzcan una urticaria insoportable.
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