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miércoles, 24 de septiembre de 2008
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Una buena razón para no actualizar un blog es estar enfermo. Otra buena razón es no tener nada que decir. En este caso ha sido lo primero. Nada como la enfermedad para saberse atrapado en un cuerpo (y confirmar que no hay otra cosa más que eso). Flaqueza del ánimo, humor agrio y, de refilón, casi como espejismos, pensamientos delirantes en medio de la fiebre, léase, la redacción mental de posts. Absurdo. Recordé en el dolor haber leído no hace mucho, al hilo y muy sano, El pianista de Márai y de Philip Roth -que acaba de lanzar Indignation- Elegía (no comprendí bien por qué en castellano eligieron traducir así Everyman) y Exit Ghost en una especie de inmersión profunda en la enfermedad y el dolor ficcionalizados (aunque los personajes de Márai y Roth están en las antípodas en su capacidad de resistencia a esos trances terminales). Salí verdaderamente mareado y angustiado por anticipado de los rigores horrorosos de la vejez. Solo confío en la maravillosa plasticidad del cerebro para acomodarse a lo que se viene. Ya estoy mejor, creo. Había terminado de escribir un largo post titulado "Para una breve historia de la envidia", pero me parece que no lo publicaré. Demasiado ofensivo para una blogósfera que aún se lanza pica-pica. O peor, que es celebrada por las viejas generaciones de ponytail y ritmos a go-gó. Algo no anda bien. Más, pronto.