Pero, además, una campaña 2.0 exitosa otorga un bonus a quien la crea: la sensación de que se creó sola, ex nihilo. Muchos creen, luego de ver a cinco, diez o veinte mil suscritos a una campaña en Facebook, por ejemplo, de que solo hacía falta un eslógan que canalice los sentimientos embalsados de la gente. Pero toda campaña requiere organización, incluso si eso se limita a solicitar a los amigos del chat que se adhieran a la causa. La red y su inmensidad, su universo lleno de nicks y anónimos, funciona como una buena tormenta de polvo que esconde o maquilla sus mecanismos.
Otra prueba más de lo "artificial" o lo "manufacturado" de las campañas es que ninguna, ni la más solidaria, logró convocar mucha gente en las calles, tal como se esperaba que sucediera con las que lograron notoriedad este año (campaña contra Manuel Burga, campaña a favor de Eva Bracamonte, campaña contra la violencia de las barras bravas). ¿Hay entonces sentimientos embalsados en la gente? ¿O es que se busca, más bien, arrear a la gente? ¿Se pasó de los blorregos a los faceborregos?
Un giro de las campañas 2.0 del 2009 fue ver a periodistas o personal de medios tradicionales involucrados íntimamente con ciertas causas. Aun cuando algunas fueran movidas por la solidaridad, no deja de ser extraño para el espectador de las mareas noticiosas comprobar cómo en la red el periodismo deja de ser periodismo y se convierte en ancla y base de la propaganda. Porque una campaña no intenta buscar la verdad o debatirla. Una campaña tiene muy claro lo que cree y quiere contagiársela a los demás.
En vista de lo sucedido en el 2009, ¿qué otras campañas veremos en el 2010 en la red y quiénes estarán detrás de ellas? ¿Seguiremos los que no nos adherimos a ninguna siendo bombardeados por la propaganda vestida de campaña 2.0? ¿Qué productos nos venderán?