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sábado, 15 de agosto de 2009

Un sueño: Feria del Libro

El sueño empieza con una reflexión, una manera extraña de empezar los sueños. Alguien, no sé quién, me recuerda que el libro más vendido de la Feria del Libro de Lima el año pasado fueron las confesiones amorosas de Renato Cisneros tituladas "Busco novia". La voz continúa subrayando que el libro más vendido de este año en la misma Feria fue la obra de Aldo Miyashiro "Un misterio, una pasión". La misma voz termina con una pregunta: ¿qué tienen ambos en común? 

El punto de vista del sueño -porque los sueños tienen muchos puntos de vista y a veces se es uno mismo mirando a los otros, pero también se puede ser otro que se mira, o ninguno en particular que mira a todos- retorna a mí y me veo dando vueltas en una habitación tratando de encontrar una respuesta, que llega más o menos rápido. Me digo: a la vez que ambos libros tocaron alguna fibra sensible de muchos potenciales lectores por sus contenidos, sus autores gozaron también de mucha vitrina y publicidad. Cisneros vía su gran tráfico en la página web de El Comercio y Miyashiro como animador de un programa de TV que va de lunes a viernes a nivel nacional. Eso explica la popularidad y el arrastre de ventas, que aunque modesto si se lo compara con otros países, no ha pasado para nada desapercibido. Sin embargo, mi yo onírico no se siente muy feliz del hallazgo, porque es demasiado evidente. 

Pero antes de caer en en la decepción comienza a soñar otra cosa: sueña la posibilidad de que en la TV se comience a hablar cada vez más de libros, que los programas periodísticos y de variedades -al constatar el interés popular por comprarlos- abran secciones dedicadas a los libros, que los entrevistadores no solo se dediquen a actores o gente de la farándula, sino también a autores, muchos autores, explicando y explicándose, mostrando portadas y volteando las páginas como si fuese un ejercicio habitual, una rutina tan necesaria como respirar. Y que de las secciones se pasen luego a los programas solo dedicados a los libros, solo hay que imaginarlo, canales de señal abierta mostrando libros como si fuesen novedades tan llamativas como un estreno de cine. 

A estas alturas del sueño y del vuelo imaginativo el yo onírico ya comienza a sentirse mejor, casi contento. Pero es entonces que aparece otra voz que me dice: "¿pero cuáles libros?"

En ese instante despierto. 


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