Las quejas en contra del Google Buzz han sido mundiales. En mi caso se focalizaron en tener que leer a Sifuentes (experto académico en redes sociales y el personaje peruano más influyente de la red que usa solo Twitter y Facebook) y compañía discutir sobre los huevos del gallo digital cuando al inicio del 2010 había diseñado mi vida para que sea un poco más higiénica. El issue mayor con el Buzz, sin embargo, es su ataque a la privacidad. La gente puede enterarse, por ejemplo, de quién está en tu chat. Pánico generalizado. Este post de Bits del NYT pasa revista a ciertos escenarios en los que el Buzz puede joderte la vida. Una desgracia.
Pero si existen quejas es porque aún atesoramos ciertos espacios ganados gracias a la civilización. El Buzz ha demostrado, por defecto, que la privacidad todavía nos importa. Gran revelación. Hace unos días el escritor Alonso Cueto se lamentaba de la cultura del Facebook y el Twitter y decía que "los mensajes de éstos últimos reflejan las características de la cultura reinante: la pérdida de la privacidad, el reino del detalle irrelevante, y sobre todo, el solipsismo". No tanto. El Buzz ha terminado siendo como esa luz azul que usan los investigadores de CSI en la escena del crimen. Ha detectado lo que permanece invisible a la luz natural. Entre tanta red social, entre tanta farandulización de nuestras costumbres más banales y cotidianas la privacidad todavía se practica. Entonces, nos equivocamos todos. Fotos personales y autodescripciones en la red siempre fueron ficcionales, avatares maquillados que nadie se tomaba tan en serio o cuya seriedad estaba en su capacidad de engañar y manipular a los demás. Que es, a la larga, lo que siempre ha sucedido. El jefe o la jefa llegan bien arreglados y perfumados al trabajo y nadie espera verlos alguna vez en piyama como un domingo en la mañana, él con la panza al aire, ella depilándose las piernas. ¿Internet ha minado nuestra privacidad o, por el contrario, nos ha vuelto mucho más sensibles a ella? Según la experiencia del Buzz quizás lo último.
Si armáramos un esquema sería algo así. Existe a) la vida pública en la red, b) la vida social en la red, aún pública para el círculo de conocidos y no tan conocidos, c) y la vida estrictamente privada, aquella donde lloramos, donde nos vemos los defectos, donde podemos ser las peores personas del mundo. ¿Qué ha cambiado en la humanidad entonces con las redes? Nada.
Pero lo que sí puedes cambiar es tu configuración de privacidad del Google Buzz. Porque no solamente colocándolo en "off" resuelves el problema. Pero para eso mejor preguntarle a un experto, quizás vía Buzz mismo. Más señas aquí.
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domingo, 14 de febrero de 2010
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