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domingo, 21 de diciembre de 2008

Un poema

He pasado por extraño duelo familiar la última semana y media. Antes que los pensamientos explícitos, lo que imagino quedará en la memoria son todas esas sensaciones implícitas que con seguridad se verbalizarán en alguna conversación o texto futuros. Mientras tanto, hay que dejar que los mejores hablen por uno. 

Una de mis compras de feria fue la poesía completa de José Watanabe editada por Pre-Textos. Gran precio. Y ahí me reencontré con este poema que, como suele suceder con las conjunciones entre la vida real y la vida soñada, me hizo más sentido que nunca. De Álbum de familia (1971):


Poema trágico con dudosos logros cómicos

Mi familia no tiene médico

               ni sacerdote ni visitas

y todos se tienden en la playa

saludables bajo el sol del verano.

Algunas yerbas nos curan los males del estómago

y la religión sólo entra con las campanas alborotando los
canarios.

Aquí todos se han muerto con una modestia conmovedora,

mi padre, por ejemplo, el lamentable Prometeo

silenciosamente picado por el cáncer más bravo que las
águilas.

Ahora nosotros

              ninguno doctor o notable

en el corazón de modestas tribus,

                    la tribu de los relojeros

                    la más triste de los empleados públicos

                    la de los taxistas

                    la de los dueños de fonda

de vez en cuando nos ponemos trágicos y nos preguntamos
por la muerte.

Pero hoy estamos aquí escuchando el murmullo de la mar
que es el morir.

Y este murmullo nos reconcilia con el otro murmullo del río

por cuya ribera anduvimos matando sapos sin misericordia,

reventándolos con un palo sobre las piedras del río tan
metafórico

                                                            que da risa.

Y nadie había en la ribera contemplando nuestras vidas hace
años

sino solamente nosotros

los que ahora descansamos colorados bajo el verano

como esperando el vuelo del garrote

                              sobre nuestra barriga

                              sobre nuestra cabeza

                                      nada notable

                                      nada notable.


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