Es llamativo que uno de los vándalos subiese el video de su travesura -llamémosla así, tal como él la consideró-, para luego bajarlo al darse cuenta de las reacciones en cadena llenas de insultos que provocaba. Empezó a sentirse mal, se arrepintió y lo suprimió. Pero fue muy tarde: la gente ya lo tenía guardado y el periodismo acusete, ávido por estos momentos de la red donde la gente se muestra "tal cual", le dio contexto, le inyectó esteroides informativos, y le puso etiqueta: destruir virtualmente a los involucrados. No importó que fuesen menores de edad. El INC, incómodo, reacciona como puede. El Ministerio de Educación lanza letanías sobre nuestros tesoros históricos y cierta "mala educación".
Ya van varios de estos casos. Sonseras 2.0 que requieren respuesta de las autoridades y del gobierno por presión de los medios masivos y una opinión pública con cierta sed de venganza. El general Donayre y una frase infeliz; las mujeres policía pasando minutos de ocio en su cuartel y ahora un vándalo que, en otro contexto -digamos, un aerosol y una pared cualquiera- podría haber estado "interviniendo" un espacio urbano.
Todo lo que sube a la red difícilmente baja y esa es una máxima que el vándalo no tomó en cuenta, a pesar de haber nacido prácticamente en la era de la red. Lo curioso es que el Gran Hermano -ese que todo lo sabe y todo lo ve- no fue otra persona, fue él mismo. El periodismo acusete no perdona: te pondrá en la picota sin discriminación alguna. El niño quizás sepa cómo funciona internet, pero no tiene idea cómo funciona el mundo. E internet es el mundo.
Otra pregunta que me hago es: si el adolescente bajó su video, ¿tenía alguien el derecho a volverlo a subir? Daniel, el vándalo, ahora habla de más educación para los colegios estatales y que su acto se debió a que su realidad es "otra". Pero la frase no parece de él, sino el añadido de algún adulto, preocupado porque la sanción social o legal se morigere en algo. Lo cierto es que esto puede suceder en cualquier lugar y en cualquier realidad. Es una de las inevitables potestades del adolescente: ser estúpido y tener un casi un nulo instinto de autoconservación.
ACT:
Un interesante, aunque controvertido, post en Blawyer:
"Podremos discutir si las cuentas de los usuarios Facebook, Youtube, Twitter o Twitpic son o no son medios de comunicación. Podremos discutir si publicar las imágenes y nombres de los estudiantes involucrados constituye el ejercicio de la libertad de opinión de los antes referidos usuarios. Podremos discutir acerca de las razones o justificativos que pueden hacer que nuestra sociedad responda buscando el linchamiento de los culpables. Pero, lo que no entiendo es como pueden el Viceministro de Educación, el Director del Colegio y algunos medios de comunicación “tradicionales” publicar las imágenes o nombres de estos pandilleros sin tener en cuenta la legislación que están obligados a cumplir."
En conclusión: hubo infractores a la legislación que protege a los menores. Pero no solo fueron medios tradicionales o autoridades. Fueron también periodistas tradicionales que usaron herramientas 2.0. ¿Por qué hacer excepciones en la lista de infractores?