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lunes, 25 de enero de 2010

Un blogstar para presidente

Recuerdo un comentario enviado a una columna, presumiblemente serio, en el que se halagaba al autor y se le conminaba a pensar en una futura presidencia de la República. El autor de la columna era un conocido blogstar.

Ríanse poco, ríanse mucho. No importa. Lo único cierto es que la ilusión del electorado se dispara hacia los lugares más impensados y, bueno, el cielo es el límite.

El que Jaime Bayly vaya trepando en las encuestas de preferencias electorales para la presidencia va por el mismo sorpresivo camino, pero a escala multiplicada. Si el blogstar tiene un blog concurrido como púlpito, el Francotirador tiene un set de TV; si el blogstar tiene humor de punta roma, el Francotirador puede vangloriarse de su agudeza; si el blogstar tiene amix, el Francotirador tiene fanaticada. Y ambos, por igual, despiden el tufo de la opción risible, payasa, hasta cierto punto papanata, una que inspira una réplica del tipo "dejénse de hinchar las bolas".

Las comparaciones no son tan antojadizas. Porque en el cuadro más amplio el candidato peruano en temporada electoral y el habitante conspicuo del ciberespacio se parecen mucho: ambos necesitan llamar la atención del público mientras muestran la dentadura sonriente de la honestidad para existir. Y ambos denostan contra cierto sistema, uno amarrado de intereses e hipocresías, frente al que se presentan como la opción fresca, renovadora, distinta e independiente. Es una puesta en escena que ya se ha hecho habitual: en la política electorera el monstruo contra el que se combate es la "vieja forma" de hacer política, léase, los "partidos tradicionales"; en el ciberespacio lo ha sido la forma matusalénica de transmitir información y contenido, es decir, los "medios tradicionales". El antagonismo de lo viejo vs. lo nuevo une a los actores, enfrascados no casualmente en esa dinámica tan eléctrica de las campañas. La vida online y los días pre-electorales, vistos así, se parecen mucho.

Los analistas han bautizado la opción electoral fuera del sistema de partidos como la opción "outsider". El anglicismo tiene su historia, porque empezó como un calificativo peyorativo y desminuido, pero con el tiempo ha ido cobrando tintes positivos y ganadores. Hoy, antes que una verdadera opción fuera del sistema, parece que se refiriera a cualquier personaje de buen perfil marketero y con potencial popular (de otra manera no se explicaría por qué García habla de que el "outsider" saldrá del Apra). La palabra tiene varias aristas y no siempre en un solo sentido.

Por su parte, la vida online ha cabalgado sobre esas percepciones del quehacer político y, quién sabe si por contagio o por similaridad, las asumió para sí cuando se presentó en la sociedad informativa. Plantearse un periodismo dirigido para quien abre un periódico era trabajar para el sistema, pero envejeciendo la lectoría; hacerlo para el obsesionado con links, rebotes, virales y juegos era descubrir nuevas generaciones o bolsones de consumidores.

No me atrevería hablar de eslógan visionario, pero cuando Fujimori hablaba de "honestidad y tecnología" en 1990 se adelantó en varios años a lo que serían los adjetivos pilares de los medios sociales a inicios del s.XXI (lo de "trabajo" queda como guiño irónico). En lo que sí acertó con total conocimiento de causa fue en entender que con un poquito de cumbia, baile y animadores el mensaje político, si bien se empobrecía, ganaba en resonancia. Es lo que hoy se asume casi como una verdad sin discusión para la vida online: Facebook, Twitter y rebote de links son la cumbia de estos tiempos: la forma se valora por sobre el mensaje, porque es en la forma donde nos sentimos identificados, jóvenes y conectados. Crazy Combi es un éxito social a pesar de haber hecho perder muchas horas de trabajo en horario de oficina. Visto así, la vida 2.0 es el verdadero fujimorismo sin Fujimori: los gurúes son tecnócratas -te dicen cómo usar la herramienta-; el pragmatismo es el credo ("Twitter es TODO") y la democracia siempre es directa: el referéndum del "me gusta"/"no me gusta" elimina matices, pero define posiciones.

Y es por democracia directa por lo que las estrellas nacen con la rapidez de una flatulencia. Adiós carreras en el largo plazo del partido; adiós aprendizajes en la redacción y el pago a derecho de piso: hoy cualquiera es candidato y cualquiera es blogstar. En el paredón del entretenimiento todo puede servir, incluso ser atacado, victimizado o burlado. ¿Cómo es que un suicida wannabe puede ser una legítima opción a la presidencia? ¿Cómo se llegó al punto que aparecer con calzoncillos rojos es la imagen de la excelencia informativa?

Pero eso es seguir en el mundo de las formas. A nivel de contenido la democracia directa y las estrellas rutilantes del ráting esconden la verdadera trampa. Porque es mentira que cualquiera es candidato y cualquiera es blogstar. Por debajo de los testaferros mediáticos se mueven los hilos de los que tienen las decisiones reales. Pero son invisibles. Fujimori no fue a larga un personaje que trajo una nueva forma de hacer política, pero sí una menos fiscalizable. La estrella del ciberespacio parece que estuviera más allá del bien y del mal, pero tiene opinión e ideología, solo que menos discernible, menos transparente en la maraña de links, rebotes, comentarios y distracciones.

No sorprende que Bayly sea, a futuro, un candidato con posibilidades a la presidencia. Sí lo sería que fuese un presidente -de ser elegido- cualitativamente distinto. Y hoy por hoy solo se le pide que sea divertido y que le ponga algo de humor a la campaña, que es más o menos lo que el blogstardom ha siempre reclamado como su feudo innegociable: ser el cool dentro de tanto dinosaurio que no sabe cómo usar una red social, ser divertido en un mundo monse donde todos se la toman tan en serio.


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