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viernes, 6 de junio de 2008

(un post parentético)

Recién puedo postear esto. Ha sido una semana pesadísima.

Hace unos días me llegó un comment de Javier Gárvich del blog "El lápiz y el martillo" -comentario que reproduzco en el primero de los comentarios de este post- sobre un tema que no tenía nada que ver con el post anterior. Javier se disculpaba por entrar al "caballazo", pero decía que había sido censurado por Daniel Salas en el Gran Combo Club y esperaba que en mi blog -la verdad, no sé por qué aquí precisamente pues la lectoría de "Bloody Hell" es minúscula- pudiese colocar sus réplicas al debate sobre la piratería. Es un debate interesante: hay un gran grupo de personas en la blogósfera que está a favor de ella, que la aplaude y que asegura que gracias a sus mecanismos el Perú no es un páramo cultural. Otro grupo dice lo contrario (lo que yo también creo, mucho más ahora porque más convencido estoy): la piratería ayuda muy poco a la creación de nuevos conocimientos o ideas innovadoras y solo reproduce lo que otros -mayormente los de más poder y más capital- hacen. En ese sentido, si los disidentes quieren serlo de verdad, la piratería es un camino de muy corto alcance -la satisfacción inmediata de la curiosidad o el hambre cultural- , en el mejor de los casos, e ilusorio -creer que la sociedad afinará a través de ella su forma de pensar- en el peor (1). Espero que no haber traicionado el espíritu de ambas posturas, pero es más o menos como yo he percibido el intercambio de ideas. El debate en GCC es largo y fructífero, así que los que quieren más luces pueden ir allá y leer todo lo que ya se ha dicho y se sigue diciendo.

Lo que me interesa ahora es tocar un segundo punto. Javier también habla de la "pedantería" de Daniel Salas. Mejor lo cito:

Daniel Salas, con la pedantería que lo caracteriza, me ha banneado con el pretexto que lo he calumniado. Daniel se mete contigo si le place (saca arbitrariamente colación mi colaboración con terra como inconsecuencia ideológica pero, al saber que no me aprovechado pecuniariamente del asunto, me tilda de vanidoso) pero no le gusta que le busquen las costillas.

Muy bien. De esto creo que ya había escrito antes en este mismo espacio a propósito del rollo sobre Puerto el Hueco. En ciertas regiones de la blogósfera, antes de debatir, se debate mucho sobre el cómo debatir. Y, normalmente, antes del debate de fondo, el entrampamiento ocurre en las consideraciones personales -léase: pedantería, altanería, sensación de que se tiene la verdad, etc- que motivan que alguno de los interlocutores desconozca los argumentos de la parte contraria, se olvide del debate en sí y prefiera hablar de censura, controlismo, dictadura, fascismo, etc., etc., etc. 

Como veo las cosas, para efectos de una discusión donde se quiere llegar a la verdad o buscar la verdad o acercarse a la verdad, la altanería o la pedantería son características personales absolutamente superficiales. Porque si tienes un buen argumento tu tono es lo de menos. Si tienes un buen argumento, no tienes que pedir permiso, no tienes que decir siempre "yo creo que", "me parece" o "tengo la impresión". Quizás estas muletillas existan como suavizantes retóricos, pero si dices algo y lo crees, es que porque de verdad piensas que estás en lo cierto. Que alguien se anime a expresar una idea mejor solo puede ser pedante frente a aquella persona que prefiere protegerse en una ideología -por cuestiones emocionales más que racionales- y que no está dispuesta a revisarla. El ataque personal es más fácil que el reconocimiento del error.

Pero aquí viene la paradoja. Discutir o debatir está ligado a un individualismo muy poderoso, a un ego que se expande, a una actitud de avasallamiento argumental que, en efecto, tiene mucho de pedante. Pero, ¿es que puede existir otra manera de buscar la verdad? ¿Es que existe otra manera de buscar la verdad que NO sea probando el error del otro? ¿Es que es posible imaginarse un paraíso retórico donde convivan todas las opiniones con el mismo valor, un paraíso donde no sea ofensivo apuntar que estás pensando mal? A veces creo que en la blogósfera muchos sueñan con una utopía así, un lugar donde todo es relativo, donde todo da lo mismo, donde la respuesta frente a cualquier idea es "bueno, esa es tú opinión, pues". Entonces quizás sí haya algo de razón en lo de Gárvich: buscar la verdad es un acto de pedantería alucinante. Un gran canto a sí mismo del ser humano.

Pero una cosa es buscar la verdad y otra muy distinta mentir. Si dos personas se animan a discutir están implícitamente acordando que ambas pueden revisar sus posiciones, retractarse, corregir los deslices. Cuando Gárvich me pregunta: "Dime Luis si con lo dicho estoy calumniando a alguien. Dime si estoy ensuciando el debate" prefiero responder diciendo que las acusaciones de pendantería cansan y están de más. Y que si su rival en el debate no dijo lo que él afirma que dijo, y no se retracta, entonces sí, el debate se ensucia.

Como coloqué arriba, cumplo con publicar el comentario que me llegó. No hay ánimo de censura. Pero en el futuro que el intercambio de ideas se haga en el lugar que corresponde.


(1) En suma, una visión cortoplacista versus una a largo plazo, batalla conceptual bien delimitada por el título del post de Salas "¿Para qué NO sirve la piratería?" (el énfasis es mío).



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