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viernes, 22 de agosto de 2008

Bloggers van, bloggers vienen: más sobre la web 2.0

Intentando volver sobre mis pasos sobre lo escrito hace unos días me topé con una sorpresa: el blog "No me quiero casar" de Alejandra Cosa de Peru21 -en el que escribía sobre su visión amorosa del mundo- fue dado de baja sin previo aviso. Al menos, ya no aparece en el índice de blogs del home del diario (1). ¿Qué pasó? No sé, pero si un blog se cierra creo que al menos cabe un post de despedida. ¿Habrá alguna relación entre lo que escribió la blogger Costa sobre lo incivilizado de la web 2.0 y su desaparición? Ni idea. Que mediten sobre el tema los teóricos de la conspiración.

Visto desde el lado amable, la onda web 2.0 para los casos del corazón parecería ser un juego inocuo (2). Renato Cisneros del blog "Busco novia" o la Costa son el eslabón del blogging más manejable en cuanto tienen todo de entretenimiento. Pero, ¿qué sucede cuando el furor de la Web 2.0 contagia cada vez más y más el periodismo de investigación y de opinión? La revista Prospect había prometido un artículo de Andrew Keen cuando intentó explicar el triunfo del teólogo Fethullah Gülen en su encuesta por internet que buscaba al intelectual más influyente del mundo. El artículo de Keen ya está online y se concentra en la revolución de la dinámica de la vida intelectual pública que en estos mismos instantes opera el blog más influyente del mundo a decir de algunos: el Huffington Post, obra de la socialité nacida en Grecia Arianna Huffington. Tal como Google ha revolucionado la información, dice Keen, y tal como Wikipedia ha reescrito la enciclopedia, el Huffington Post ha revolucionado la forma en que se elaboran y muestran las noticias. El Huffington Post recibe 5.5 millones de visitas al mes y el artículo de Keen analiza en su totalidad este caso.

El círculo virtuoso del éxito de la Huffington empezó en el 2005 cuando le solicitó a sus amigos intelectuales o personajes célebres más cercanos -entre ellos, Richard Dawkins- artículos y opiniones gratuitos para ser colocados en su web. Pronto, estas celebridades intelectuales llamaron a más celebridades y las visitas y los lectores se multiplicaron como una epidemia. Si la lógica de un negocio en internet como la de Google en sus versiones YouTube o Facebook se apoya en su capacidad de generar contenido gratuito y luego vender publicidad por el tráfico, dice Keen, lo de Huffington es exactamente lo mismo. Pero este sistema va a contracorriente de los medios noticiosos tradicionales americanos: estos medios deben pagar no solo a redactores, sino también a editores y a fact-checkers, entre otros intermediarios. El "HuffPost", como se le llama, rara vez edita los contenidos de sus plumas contribuyentes. Esta web -o megablog- solo necesita un staff de 50 personas y solo ellos manejan el tráfico de millones de visitantes. Desde este punto de vista, no es sorpredente que los medios tradicionales en EEUU estén en crisis, dice Keen, sobre todo considerando que aún cuando reencarnen online, es imposible que sus precios de venta de publicidad se mantengan al mismo nivel. La web del Washington Post, con sus nueve millones de visitantes al mes, aún pelea por tener ganancias online.

¿Pero cómo logra el Huffington Post que sus contribuyentes escriban gratis? Aquí entra algo que ya se lo había escuchado a Luis Carlos Burneo cuando hablaba de qué beneficios económicos le traía su exitoso blog "La habitación de Henry Spencer": la posibilidad de tener visibilidad pública gracias a su buen trabajo gratuito en internet le daba opción de conseguir trabajos remunerados. Para Keen, esto va directamente al corazón cultural de la revolución de la web 2.0: lo que se pelea en un mar de información infinito es atención. Estamos en una economía de la atención y la notoriedad. Ofreciendo contenido gratuito uno se publicita a sí mismo. (3)

¿Cuál es el problema entonces? El problema que ve Keen es la confiabilidad de la información. Si los contenidos se ponen en manos de unas cuantas personas, ¿cómo harán estas personas para hablar sobre lo que no pueden conocer, pero que nosotros como público necesitamos conocer? Por ejemplo, ¿qué sucede con las secciones de noticias internacionales de los diarios, que cada vez se reducen más en los diarios grandes del mundo, y que en el Perú se sustentan casi exclusivamente en la información de agencias y no en redactores de planta? Si una web como el Huffington Post funciona es porque la confiabilidad de sus opiniones se deriva de la confiabilidad de la información que recibe de los medios tradicionales. Pero con su éxito, paradójicamente, está ahorcando poco a poco sus propios suministros. La última línea de la argumentación de Keen es la siguiente: con opiniones basadas en información mala o incompleta, la democracia representativa (cuán importante es reforzar este adjetivo en estos tiempos) sale perdiendo.

Porque la versión de la democracia del HuffPost es el periodismo ciudadano: en medio de la crisis de la información es el ciudadano de a pie quien tiene la responsabilidad de informar, posibilidad que tiene a la mano gracias a las nuevas tecnología digitales. Con una cámara todos tenemos la opción de ser periodistas (4). ¿Pero realmente se puede? Keen explica cómo esta versión del periodismo se tropieza con sus propios pasadores sueltos, básicamente por falta de entrenamiento. ¿Hay alguna salida? Keen presenta dos modelos exitosos y británicos del negocio de la información online:

The Guardian, for example, which has pioneered the most innovative consumer news website on either side of the Atlantic and which has just acquired the paidcontent.org technology blog for around $25m, is owned by the non-profit Scott Trust, which is committed to protecting the editorial integrity of newspapers. The publicly-funded BBC, with its licensing model and innovative in-house internet products like the iPlayer, is another example of high-quality news media which hasn't been undermined by free online content.


Las cartas están echadas. Ya veremos cómo se desarrollan las cosas en el mundo y cómo localmente varían los contenidos de los blogs de las webs de los diarios con el tiempo. Lean el artículo completo. Lo mío es una traducción guiada por mi esforzada, aunque seguramente insuficiente, capacidad de síntesis.

Un comentario final y tangencial: qué buena idea ha tenido el New York Times de incorporar a los comentarios de sus lectores una relectura editorial. Ahora, en algunos artículos es posible ver resaltados en azul los comentarios que dicen algo bajo la etiqueta de "Editor's selections". También es posible hacer click y solo leer las selecciones: la tecnología al servicio de la inteligencia y sin negar el aporte del público. Por ejemplo, ver aquí cómo funciona esta dinámica en esta nota sobre la lectura en internet que de hecho también merecerá un post en algún momento.



(1) El último post es el 1 de agosto y el último comentario del 12 de agosto.

(2) Estrictamente hablando no pienso así, en la medida que el amor usualmente motejado de "irracional" con aire festivo merece y
tiene hipótesis muy plausibles que lo explican. Lo pongo así: creer en las opiniones de Renato Cisneros sobre el amor en su blog "Busco novia" es como creerle al Chamán del Norte cuando habla amarres, pócimas y amuletos. El sentido común nos dice que tirar mucho no te hace un gran teórico del amor, de la misma manera que decenas o centenas de manzanas cayendo sobre tu cabeza no te hará necesariamente postular la ley de la gravedad.

(3) En palabras de Keen: "the "razor-blade model"—giving away the razor for free and then making money from sales of the blades."

(4) En una entrevista que le hizo Luis Carlos Burneo a Javier Albarracín de Perublogs sobre el concurso de los "20 blogs peruanos", éste mencionaba muy interesantemente que la revolución de los blogs nos llevaría a un grado tal de segmentación que finalmente el usuario podrá ver "las noticias de (su) barrio" y "por los mismos bloggers del barrio". Es interesante, además, leer esta nota de La Republica del 2007 sobre "La revolución del blog" a la luz de las ideas de Keen.

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