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miércoles, 28 de octubre de 2009

Ver el bosque y no las ramas

Leyendo un post en "Desde el Tercer Piso" me llama la atención la preocupación del blogger por eso que se llama "ética periodística". Es a propósito de comentarios últimos de Gustavo Gorriti y Augusto Álvarez Rodrich sobre la mezcla de lobbys con periodismo. Ambos periodistas lamentan la práctica. Dice J.A. Godoy:

Lo cierto es que durante muchos años se ha hablado a media voz de la poca diferenciación que algunos personajes hacen entre periodismo, manejo de imagen y lobbies, que termina generando desconfianza en un público cada vez más exigente


Dice AAR:

Por ejemplo, el periodista o comentarista que cobra por lo bajo y/o a través de terceros a algunas empresas para hacerles publicidad encubierta (mucho más efectiva que la regular). O el abogado que se presente como ‘independiente’ al opinar de un tema en el que ha sido contratado por una de las partes para fortalecer su posición ante la opinión pública.

O el consultor empresarial que opina como si le preocupara ‘el interés de la sociedad’ cuando este no es otro que el de la sociedad comercial que lo contrató. O el ministro que decide pensando en el cliente que lo va a contratar cuando deje el cargo.

Que JAG resalte estos comentarios es muy loable y pertinente. Pero no sé por qué me deja un saborcillo agridulce, como si se llamara la atención sobre un problema abstracto y no se sacara la lupa para detectar casos específicos. Parece ser el tipo de preocupación que hace de alguien un amante de la humanidad, pero indiferente con los hombres de carne y hueso. Es, por supuesto, solo una analogía.

En pocas palabras: es un caso donde se ve el bosque y no las ramas, actitud mental tan desventajosa como la contraria, a saber, la de quedarse en las ramas sin ver el bosque. Los grandes conflictos de interés -lobbys, contratos con el Estado, licitaciones, presiones al Poder Judicial, etc, etc, etc- sin duda merecen atención, sobre todo porque se maneja en ellos mucho dinero o terminan afectando a muchas personas. Pero no son ni por asomo los únicos. Ahí donde se hace periodismo -y la palabra es tan elástica que abarca prácticamente cualquier comunicación pública- hay conflictos de interés. Y los temas son infinitos. Basta abrir el periódico: economía, deportes, espectáculos, cultura, gastronomía, moda, tecnología, y, por supuesto, blogs e internet. ¿Que no son tan importantes como la política? Todos son importantes: son precisamente las ramas del bosque.

Como dice otro refrán: zapatero a tus zapatos. A los metidos e interesados en las altas esferas del poder les corresponde fumigar en los rincones y debajo de los cajones. Estupendo que así sea. Pero no ha sido poco común ver -al otro extremo del espectro- que interesados en la vida online hayan señalado casos muy específicos de conflictos de interés, tan aleccionadores como los otros. Cuando JAG dice "se ha hablado a media voz" en relación al macroperiodismo lobbístico, uno no puede sino pensar que una frase así sería inaplicable al micromundo de los blogs donde, ya que no de lobbys, sí se habla de publicherrys. En los blogs se ha hablado clarísimo sobre ellos. Ahí están los historiales y el google search.

Habría entonces que rescatar las ramas. La ética periodística, creo, no solo se juega en los pasillos de un canal de TV o en el patio trasero de Palacio de Gobierno. Suave con quedarse embelesado por el bosque: la selva se ve linda e inofensiva en cualquier foto aérea.

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