También es un hombre sin memoria. Lo que pasó ayer no significa nada para él. El presente lo determina, lo seduce hasta provocarle una amnesia generalizada. Es probable que no recuerde la deuda de un amigo inoportuno al momento de pagar la cuenta en el chifa. Tampoco la cachetada humillante que su pareja le propinó cuando le descubrió una infidelidad. El hombre sin memoria en el mundo de la cortina de humo actuará, después de 24 horas, como si nada hubiese sucedido: será sospechosamente funcional, mirará a los ojos como si no guardara culpa alguna y ninguna pena le apretará el corazón. Tiene la mirada de un bebé, aunque a otros le parezca que simplemente tiene sangre fría. Quizás sea solo un conchudo.
A la luz de estas conclusiones de la naturaleza humana el teórico de la cortina de humo debe ser muy diestro al crear la densidad del humo de sus cortinas. El humo no debe enceguecer ni ser demasiado ralo. Porque los extremos podrían ser contraproducentes y activar en este hombre la necesidad de explicarse los hechos (supuestamente) fortuitos del mundo, inclinación que aún se mantiene latente en su red cerebral (según dicen los científicos). Por ejemplo: si se busca distraer la atención sobre la designación de algún funcionario en una oscura dependecia del estado, la detonación controlada de una bomba de daños menores podría ser una medida exagerada. Y una poco efectiva subrayar en algún titular la trivial juerga de una estrella secundaria de la TV. El punto medio podría encontrarse en el nacimiento de un can con cinco patas o un gallo de dos cabezas con, consecuentemente, dos horarios de alarma matinal (5am y 7am), uno por cada pico. Debajo del corazón de un teórico de la cortina de humo late el alma de un artista nato: es un creador de gran imaginación.
El gran enemigo del teórico de la cortina de humo es el estudioso de las noticias de diario. Este personaje rebelde, aunque desdeñado en nuestras sociedades, resalta, recorta y coloca en files amarillos o sobres manila etiquetados bajo categorías discretas todo aquello nimio o minúsculo que pueda servir para futuras investigaciones mayores. Al igual como sucede con una ilusión óptica de Escher, este estudioso de las noticias verá en los titulares de un periódico los signos de una trama mucho mayor, las claves de una verdad atroz que piensa es su deber transmitir, entre grandes exclamaciones, al hombre sin memoria. Mientras que el teórico de la cortina de humo insiste en que el azar gobierna el mundo, el estudioso de las noticias replicará que todo, en realidad, está conectado, que todo se corresponde, que nada es por las puras. El hombre sin memoria apunta con tranquilidad ambas versiones, confiando en que lo olvidará todo para el día siguiente.
Sin embargo, algunos críticos han afirmado hábilmente que el teórico de la cortina de humo y el estudioso de las noticias son, a veces, indistinguibles. Es lo que se denomina "la cortina de humo de la cortina de humo", es decir, una extraña alineación o identidad que produce un cortinaje tan espeso como el que se solían usar en las casas hace dos o tres décadas. En medio de "la cortina de humo de la cortina de humo" todo es opaco y confuso. Hasta al experto más agudo no le queda más remedio que decir: "cómo será pues". El hombre sin memoria, mientras tanto, duerme feliz en la noche esperando la llegada de un nuevo día como una página en blanco.