No sé exactamente qué significa ese colapso para el mercado peruano. Pero lo evidente parece ser que la piratería y el mp3, cual bacteria pseudomona aeruginosa, está carcomiendo con mayor virulencia el viejo modelo de negocios musicales y, además, destruyendo nuestra capacidad de oír mejor. Los CDs de disqueras -salvo los peruanos- son en su mayoría argentinos, o colombianos, o mexicanos, brasileños o chilenos. ¿Precio? Un promedio de 44 soles para arriba vía importación + IGV. Primer elemento disuasivo para cualquier interesado. El segundo y mortal elemento es la portabilidad del mp3 y su obtención casi gratuita. Por más que la diferencia de sonido entre un CD y un mp3 sea notoria en favor del primero, el CD original tiene el respeto de pocos. ¿Por qué incluso pierde frente al adefesiero vinilo, maravilloso para la vista, pero irritante para el tímpano en algunos círculos melómanos?
El proceso es irreversible. Entre la cultura de la informalidad -ideología para algunos- y la web los que queremos pagar por música de alta calidad en el formato tendremos el dinero, pero pronto no habrá de dónde escoger.
OTROSÍ: Sandro Mairata en su página cuenta la historia de otro colapso: la Rolling Stone-Colombia (que se dedicaba también a informar sobre los asuntos musicales peruanos) no va más. La compraba siempre. Una pena.