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sábado, 28 de febrero de 2009

Solo para fans de U2

U2 no es cool. Esto no es una novedad porque uno de sus pigmaliones musicales, Brian Eno, lo dejó bien establecido en su famoso, aunque creo que no muy leído, ensayo The making of Achtung Baby. Lo cool exige cierto distanciamiento y cinismo. U2 es todo lo contrario. Y si a eso se le suma el adjetivo mega -megabanda, megafama, megaganancias- que hace suyo el mainstream cuando le provoca ser fan de U2 te hace un especimen sin demasiada credibilidad.

Nuevo disco y nuevas discusiones. A U2 se le exige lo siguiente y, si es posible, al mismo tiempo: que sea fiel a U2 y que sea siempre diferente; que sea tradicional y que sea vanguardista; que deje de hacer canciones para estadios, pero que sus shows sean los mejores del mundo. Todo se subsume en la palabra "facilismo". Para muchos críticos hacer una buena canción es facilísimo. Hacer diez u once clásicos es lo difícil. Eso se le exige a U2.

David Fricke de la Rolling Stone ya puso el parche y en minoría. Cinco estrellas en una reseña bastante desangelada que no quiso caer en los megaadjetivos. No Line On The Horizon es un clásico instantáneo, sentencia absolutamente injustificable si es que no se hace un salto de fe. El esoterismo también juega en el rock porque es necesario alimentar la maquinaria idólatra, esa de retornos triunfales, de artistas que después de los 45 no se rinden. La juventud eterna es posible en el rock. Cinco estrellas.

Para mí las cosas son más simples. Hacer una buena canción es dificilísimo. Muchos álbumes justifican su existencia por una sola canción. Hacer diez u once es asombroso. No Line On The Horizon va por ahí, a medio camino entre el asombro y la incredulidad. 

Lo que me gusta del pop -y es algo que U2 entiende muy bien desde el Achtung Baby- es que cada canción debe ser especial por algo en particular: es aquella parte que esperas con ansiedad y que al momento de suceder te produce mucho placer. Son los ganchos que vuelven el pop adictivo. Pero hacer ganchos no es moco de pavo. Aquí los grandes momentos de No line, un recuento que apenas si le presta atención a las letras:

No line on the horizon. Minuto 2. Redoble de Larry Mullen para el ingreso de los "oh-oh" de Bono. Son los primeros en una larga lista. Todo el supenso de los largos acordes del inicio solo acumulan tensión para ese desfogue de hincha de fútbol. 

Magnificent. ¿Cuántos nuevos y estupendos intros puede idear The Edge, uno de los mejores guitarristas de la historia, sacerdote del "menos es más" en el rock?  En esta canción va otro desde el segundo 45. Esta canción parece un track del Lifeblood de los Manic Street Preachers -gran álbum incomprendido- y más que pop, es música disco. 

Momento of Surrender. Sigue siendo mi menos favorita. Pero toda la larguísima introducción de cuerdas sintetizadas de más de un minuto me la vende sin problemas. Coro algo aburrido, eso sí. Cambios armónicos demasiado trajinados y una melodía que solo se limita a flotar por ahí. 

Unknown Caller. De las mejores de todo el catálogo. U2 clásico que se vuelve sorprendente en el minuto 4' 20" cuando aparece un órgano de tubos -su versión sampleada, esto es- que rompe la canción en dos, da paso a un sección instrumental de viento muy a lo Abbey Road y remata con un solo a la George Harrison que vuelve a The Edge irreconocible. Como se comprenderá, es más lento que una tortuga, pero el punto no es ese: su idea del virtuosismo está en el trino con el que empieza. Guitar hero, pues.

I'll go crazy if I don´t go crazy tonight. Los especialistas dicen que a U2 le salen estas canciones tan fácilmente como a Bono se le ocurren clichés estúpidos. Qué mala leche. Esto es pop feliz que te hará soñar con esas fiestas a las que nunca fuiste a los quince. Bono aumenta la sensación de idiotez con sus falsetos y yo me la creo toda. Esta noche también me volveré loco envuelto en reverbs.

Get On Your Boots. El redoble introductorio de Larry Mullen es el gancho de esta canción. Aparece tres veces. Lo demás es solo un gran acompañamiento para ese momento estelar. No mucho más que decir en esta canción hecha solo para saltar.

Stand-up comedy. La canción siamesa de la anterior. Una combinación más de riffs, "oh-oh's" y una onda funky que vuelve a U2 menos cool de lo que usualmente es. Pero me gusta el solo de The Edge que recuerda los mejores momentos del Achtung y ese cambio que empieza en 2' 40", una variación que salva la fórmula.

FEZ-Being Born. U2 en maridaje con Vangelis. Es el soundtrack perdido de Cosmos, la idea de futurismo de la banda. Solemne, arrobadora y con buen ritmo. En realidad, la canción es un gran solo de batería que, en el caso de Mullen, es como ponerle play a un loop que más que música es una invitación a hacer ejercicios aeróbicos o air drumming.

White As Snow. Otra de mis menos favoritas. La lenta coboyada con arpegios de guitarra acústica es demasiado notoria y aparecen los últimos y casi insoportables "oh-oh's" de Bono. Pero como descanso para lo que viene es perfecta. ¿Qué viene?

Breathe. Esta canción debe estar en el Top 10 de las mejores canciones de U2. Es rockeraza y no hay nada que disguste. Me ahorro palabras y la pongo aquí. En vivo, con un Bono pataleando con las notas altas. ¡Más agua, que no jala! 



Cedars of Lebanon: Lindo final, lentito, casi recitado. 

Cabe destacar que los créditos son compartidos además por Brian Eno y Daniel Lanois. Y que, aunque ya pedí mi disco, no pude evitar la tentación de bajarlo hace dos semanas y adelantarme en el festín. Ya hice mi penitencia. Con estas canciones el tour amenaza con ser espectacular y a ver si llega a Lima. Buen fin de semana.

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